Mario Szichman/ Nueva York
A comienzos de 2013, el Banco
Central de Venezuela contaba con 29.000 millones de dólares en reservas. A
mediados de este mes, las reservas habían bajado a 19.500 millones de dólares,
dijo The Financial Times. Pero el presidente Nicolás Maduro
ordenó transferir a la institución 4.000 millones de dólares de fondos
obtenidos tras acuerdos con China. Ahora, las reservas ascienden a unos 23.500
millones de dólares.
La baja de divisas fuertes había
causado preocupación en los mercados internacionales. Muchos temían que el
gobierno chavista fuese incapaz de pagar sus deudas, especialmente a los
tenedores de bonos, que están obteniendo fabulosas ganancias de alrededor del
18 por ciento anual, cinco veces la cantidad cancelada en Estados Unidos o en
Europa occidental.
El periódico londinense dijo que
el incremento en las reservas del Banco Central no es resultado de una nueva
inyección de dinero, sino de un creativo traspaso de fondos provenientes de
previos acuerdos con China.
Primero Hugo Chávez Frías, y
luego Maduro, pidieron prestado a China unos 50.000 millones de dólares a
partir del 2006. “Los críticos se han quejado de la opacidad de esos préstamos”
dijo The Financial Times.
Al parecer, la intención
principal es ocultarlos de la mirada de los curiosos. Los empréstitos no
ingresan en las reservas del país, y por lo tanto, es imposible fiscalizarlos.
En cambio, “son colocados aparte,
en fondos destinados” a ciertos proyectos. La ventaja de esos fondos chinos es
que “no pueden ser sometidos a escrutinio parlamentario”, añadió la
publicación.
Siobhan Morden, de la firma de
inversiones Jefferies Capital Partners, duda que esos 4.000 millones de dólares
sirvan para robustecer la capacidad del gobierno venezolano de pagar sus
deudas. “La cuestión es si el préstamo de China representa nuevo crédito o
financiamiento discrecional”, dijo Morden.
El experto explicó que los
préstamos chinos suelen asignarse a propósitos concretos. Por lo tanto, el
dinero no puede desviarse de los planes establecidos. Por ejemplo, en julio
pasado, China hizo un préstamo por 4.000 millones de dólares. El dinero está
destinado a gastos de infraestructura, viviendas, transporte y comercio.
La pregunta que se formulan los
expertos es si los mercados internacionales aceptarán ese creativo traspaso de
fondos.
Según la publicación, “tiempos
desesperados requieren medidas desesperadas”.
El gobierno de Maduro no es muy popular en estos
días, debido a la escasez de productos básicos. El Banco Mundial estimó que la
economía de Venezuela se contraerá un 2,9 por ciento en el 2014. El déficit
fiscal del régimen es de un 14 por ciento del producto interno bruto, y la
manera de costearlo es imprimiendo dinero a toda velocidad.
Como resultado, la inflación se estima en un 63 por
ciento anual. Como hubiera dicho el ex gobernante argentino Juan Perón, otro
artífice de la inflación desmesurada, mientras los salarios suben a paso
cansino por las escaleras, los precios viajan vertiginosos en ascensor.
Por ahora, el gobierno de Beijing está tendiendo al
gobierno de Maduro una mano. Pero Risa Grais-Targow, de la consultoría de
riesgos Eurasia, duda que China siga brindando ayuda a los chavistas durante un
tiempo prolongado.
La intención del gobierno chino, dijo la experta,
es ayudar a Maduro “a evitar un default en el 2015”, un año donde habrá
elecciones parlamentarias. “Pero Beijing muy difícilmente proporcione nuevos
préstamos de importancia o acuda al rescate de Venezuela en caso de una
crisis”.
Eso no tiene importancia alguna. El futuro anhelado
por el chavismo no se cuenta en décadas sino en meses. Por ahora, el gobierno
ha conseguido otro respiro. Es como si le hubieran regalado la eternidad.
Vía Tal Cual
Vía Tal Cual
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