Editorial El Nacional
La
oportunidad la pintan calva, parecen haber dicho en el gobierno con el decreto
de Obama, aunque cabellos sobran. Con asesoramiento externo que ellos no
consideran imperialista, comenzaron a construir un frente mediático contra esta
resolución del gobierno de Estados Unidos.
Mediático,
decimos, porque es una especialidad del régimen, o de quienes gobiernan a
través de ellos. Por radio, televisión y prensa escrita (y, por supuesto, no
faltó Twitter) se armó el zafarrancho sobre lo injusto de que declaren a
Venezuela una amenaza. ¿Qué tiene de malo ser fuerte e infundir miedo al
adversario gringo?
Luego
vino lo que los publicistas y expertos en campañas llaman “mouth to mouth”,
para significar que el mensaje se lleva al común de la gente. En este caso,
pedir que la gente firme una misiva con la siguiente entrada: “Querido Obama,
te juramos, rodilla en tierra, que no somos una amenaza”.
Pero lo
que sí no se puede permitir es que involucren en este asunto a los niños. No es
porque pensemos que Obama se va a asustar cuando le llegue una cajita con
estampillas venezolanas y un montón de dibujos y cartas con letras infantiles
expresando su desagrado. La alarma de la sociedad no es por eso. Y no es
alarma, es indignación.
No es
posible que el Ministerio de Educación les ordene a los maestros que manipulen
a sus alumnos. Que en vez de enseñarles tolerancia, les pidan que escriban
palabras de odio y de rechazo. Que nuestros niños aprendan historia no con un
libro, sino a través de un cuento que más o menos dice así: “Estados Unidos no
quiere a Venezuela y nosotros tenemos que expresarle nuestro rechazo también”.
No es solo un cuento, es una mentira.
El
Observatorio Educativo de Venezuela se ha dado a la tarea de recoger y
reproducir las manifestaciones de rechazo de muchos educadores por esta
conducta infame del gobierno. El colmo es que el ministro de Educación ha
publicado en Twitter fotos de niños de preescolar con mensajes en contra de
Estados Unidos como si este problema entre gobiernos fuera un juego infantil y no
una cuestión seria.
La
Federación Nacional de Padres y Representantes en un comunicado deja claro que
el Estado debe ser el garante de que los niños puedan expresarse libremente y
ser orientados por sus padres. Ninguna ley establece que será el Estado el que
indique a un escolar de 8 años de edad lo que debe pensar.
El
Movimiento de Educadores Simón Rodríguez ha sentado su parecer con una frase
clara y rotunda: “No somos educadores para ser manipulados, y mucho menos para
manipular”. Por ello hacen un llamado a la conciencia y la ética de sus colegas
en este caso.
Cuando se
leen estas expresiones del gremio que tiene a su cargo la educación de nuestros
niños, se entiende que hay esperanza. Pero los maestros deben contar con el
apoyo de unos padres comprometidos con defender la libertad de hasta el más
pequeño de sus hijos.
El adoctrinamiento y el
pensamiento único son la base de los pioneritos cubanos, que cantan loas a
Fidel Castro y a la revolución cubana. Nadie quiere eso para nuestros niños.
Vía El Nacional
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