Después de más de medio siglo de Guerra Fría entre
Washington y La Habana, los cubanos en general recibieron con bastante
esperanza el comienzo del deshielo anunciado por Barack Obama y Raúl
Castro. Pero tres meses después temen una regresión en las negociaciones
para restablecer las relaciones, no por culpa del régimen castrista,
como recelaban en un principio, sino a causa de Venezuela, reseña ABC de España.
Carmen Muñoz/ @cmunozcamos / Madrid
El cubano corriente estaba «harto de vivir en
un estado de guerra permanente» con Estados Unidos, aunque solo fuera
verbal, y el deshielo diplomático ha supuesto un respiro que confían en
que no lo estropeen las malas relaciones entre los gobiernos de Barack
Obama y Nicolás Maduro, este último el mayor aliado político y económico
de los Castro.
Cada vez más ciudades están conectadas por avión; las últimas, La Habana y Nueva Orleans
Cuba y Venezuela son aliados políticos y
económicos. En el año 2000 firmaron un convenio que abarca varios
acuerdos, incluido uno energético por el que la isla recibe unos 100.000
barriles diarios de petróleo. Hasta que la deteriorada situación
económica de Venezuela se lo permita. También corren peligro las
inversiones de Brasil, un país que se encuentra a las puertas de la
recesión económica y en el que la corrupción en la petrolera estatal
Petrobras azota al Gobierno de Dilma Rousseff. Con este panorama en los
dos países aliados, es lógico que los cubanos miren hacia Estados Unidos
y estén preocupados por la repercusión en el deshielo de la escalada de
la tensión entre Caracas y Washington.
«Ni EE.UU. ni Cuba quieren que descarrile el
proceso negociador, pero hay tensión entre los dos países a causa de
Venezuela», asegura la exdiplomática y periodista independiente cubana
Miriam Leiva, quien cree que La Habana «necesita un clima más tranquilo
con Washington para que le saque de la lista de países patrocinadores
del terrorismo, pueda atraer inversiones extranjeras y resolver sus
grandes problemas económicos y productivos».
Cautela
A pesar de sus declaraciones de condena a las
últimas sanciones de la Administración Obama contra el Gobierno de
Maduro, el régimen cubano está dando pasos con cautela. Aunque el
canciller cubano, Bruno Rodríguez, denunció que «no se puede manejar a
Cuba con una zanahoria y a Venezuela con un garrote», los analistas
consultados por ABC consideraron significativo que el concierto en
solidaridad con Venezuela, celebrado el pasado domingo en La Habana, no
tuviera oradores de primera fila del régimen ni contase con la actuación
artistas de renombre. Tampoco se celebró en la llamada «tribuna
antiimperialista», junto a la Sección de Intereses de EE.UU. en el
Vedado, sino en la escalinata de la Universidad de La Habana. Simbólico.
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