Las sanciones permiten coyunturalmente unificar el discurso entre sectores maduristas y el chavismo crítico que esencialmente son antimperialistas, y además genera un quiebre de posiciones entre la oposición más y menos nacionalista. Y aunque no garantiza el éxito electoral del Gobierno, sí pone en situación de riesgo el estado de confort que le suponía a la oposición el voto castigo.
Por
Nicmer Evans @NicmerEvans.-
Esto de que el gobierno de Obama nos definiera como: “…una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y a la política exterior de Estados Unidos”, declarándose en “emergencia nacional”, además de hilaridad instintiva, produce una variedad de emociones que debemos entender.
La primera emoción es de peligro, la segunda de risa, pero la tercera se disemina entre agradecimiento y decepción. El peligro es una condición producida por el riesgo de ser agredido, y eso pasa cuando quien te ataca es igual o superior a ti. Estados Unidos es una máquina de guerra y su imperio se ha erigido sobre la ruina de decenas de pueblos que han pretendido resistir ante sus intereses y no han podido, pero, ¿Le interesa a los Estados Unidos una acción bélica en Venezuela?, dudo por ahora que eso sea así, pero su pronunciamiento prepara una intervención peor, ya que al final del comunicado, lo que casi nadie lee es el claro interés de las autoridades gringas de sancionar a algunas autoridades del BCV para poder tener control sobre los recursos de Venezuela en el extranjero, cosa que en este momento de crisis por la ausencia de divisas, sería una estocada mortal para el gobierno del Presidente Maduro.
La segunda emoción es risa, porque no comprendemos cómo un imperio como el estadounidense utiliza los términos “amenaza” y “emergencia”, lo que hace pensar que es un mal chiste o una redacción descabellada. Lo cierto es que estas son las condiciones previas que debe cumplir el gobierno de los Estados Unidos para que su legislación permita que el gobierno intervenga sobre los recursos del Estado venezolano en el extranjero, por lo que podemos reírnos de pensar en una invasión, pero no porque no vengan con todo y nos vaya a afectar a todos los venezolanos sin distingo ideológico.
La primera acepción de la tercera emoción sólo afecta a una parte, que supone que silenciosamente debe agradecer la tontería discursiva del gobierno de Obama, ya que esto permite coyunturalmente unificar el discurso entre sectores maduristas y el chavismo crítico que esencialmente son antimperialistas, y además genera un quiebre de posiciones entre la oposición más y menos nacionalista. Sin embargo, esto puede ser estrictamente coyuntural si la otra intencionalidad es intervenir nuestras cuentas y ahorcar cualquier esfuerzo unificador, ya no con escasez sino con hambre.
Por último, la emoción de decepción de un sector opositor, porque Obama se la puso fácil a Maduro para recomponer las fuerzas fragmentadas del chavismo por su propia negligencia, empieza a ser la emoción preponderante en la MUD, y aunque esta condición del gobierno no garantiza un éxito electoral para unas parlamentarias, que aún están algo lejos, sí pone en situación de riesgo el estado de confort que le suponía a la oposición el voto castigo a la gestión de Maduro si no aparecía un fenómeno Dakazo o un sector político emergente. Aunque la intencionalidad del gobierno estadounidense sea una arremetida económica, esto al final no apoya en mucho los objetivos electorales de la oposición de derecha a corto plazo.
Así, Obama se convierte en un importante elector en las parlamentarias venezolanas, la Mud deberá jugar un juego mucho más hábil,y el gobierno de Maduro vive su última oportunidad por ahora, de reaglutinar las fuerzas del chavismo que él mismo ha golpeado y fraccionado.
Esto de que el gobierno de Obama nos definiera como: “…una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y a la política exterior de Estados Unidos”, declarándose en “emergencia nacional”, además de hilaridad instintiva, produce una variedad de emociones que debemos entender.
La primera emoción es de peligro, la segunda de risa, pero la tercera se disemina entre agradecimiento y decepción. El peligro es una condición producida por el riesgo de ser agredido, y eso pasa cuando quien te ataca es igual o superior a ti. Estados Unidos es una máquina de guerra y su imperio se ha erigido sobre la ruina de decenas de pueblos que han pretendido resistir ante sus intereses y no han podido, pero, ¿Le interesa a los Estados Unidos una acción bélica en Venezuela?, dudo por ahora que eso sea así, pero su pronunciamiento prepara una intervención peor, ya que al final del comunicado, lo que casi nadie lee es el claro interés de las autoridades gringas de sancionar a algunas autoridades del BCV para poder tener control sobre los recursos de Venezuela en el extranjero, cosa que en este momento de crisis por la ausencia de divisas, sería una estocada mortal para el gobierno del Presidente Maduro.
La segunda emoción es risa, porque no comprendemos cómo un imperio como el estadounidense utiliza los términos “amenaza” y “emergencia”, lo que hace pensar que es un mal chiste o una redacción descabellada. Lo cierto es que estas son las condiciones previas que debe cumplir el gobierno de los Estados Unidos para que su legislación permita que el gobierno intervenga sobre los recursos del Estado venezolano en el extranjero, por lo que podemos reírnos de pensar en una invasión, pero no porque no vengan con todo y nos vaya a afectar a todos los venezolanos sin distingo ideológico.
La primera acepción de la tercera emoción sólo afecta a una parte, que supone que silenciosamente debe agradecer la tontería discursiva del gobierno de Obama, ya que esto permite coyunturalmente unificar el discurso entre sectores maduristas y el chavismo crítico que esencialmente son antimperialistas, y además genera un quiebre de posiciones entre la oposición más y menos nacionalista. Sin embargo, esto puede ser estrictamente coyuntural si la otra intencionalidad es intervenir nuestras cuentas y ahorcar cualquier esfuerzo unificador, ya no con escasez sino con hambre.
Por último, la emoción de decepción de un sector opositor, porque Obama se la puso fácil a Maduro para recomponer las fuerzas fragmentadas del chavismo por su propia negligencia, empieza a ser la emoción preponderante en la MUD, y aunque esta condición del gobierno no garantiza un éxito electoral para unas parlamentarias, que aún están algo lejos, sí pone en situación de riesgo el estado de confort que le suponía a la oposición el voto castigo a la gestión de Maduro si no aparecía un fenómeno Dakazo o un sector político emergente. Aunque la intencionalidad del gobierno estadounidense sea una arremetida económica, esto al final no apoya en mucho los objetivos electorales de la oposición de derecha a corto plazo.
Así, Obama se convierte en un importante elector en las parlamentarias venezolanas, la Mud deberá jugar un juego mucho más hábil,y el gobierno de Maduro vive su última oportunidad por ahora, de reaglutinar las fuerzas del chavismo que él mismo ha golpeado y fraccionado.
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