Después
de Maduro y de Chávez no hay mañana, solo ayer y antes de ayer. Algunos ociosos
preguntan lo que rara vez ha tenido respuesta: ¿cómo remplazar los ideales de
la izquierda sin los cuales la política se reduce a la defensa de pequeñas
parcelas? Por ahora, parece imposible. Maduro es nuestro enterrador, el fin de
las ilusiones. Nos oponemos a Maduro, ignoramos a favor de qué luchamos, nos
limitamos a enarbolar la bandera de la democracia sin saber realmente de qué
estamos hablando. ¿De la democracia como un sistema para escoger gobernantes?
¿De la democracia social? ¿De qué?
¿Soporta
un país vivir sin ilusiones? Sí, un buen tiempo, lo prueba Venezuela. Ignoramos
hacia dónde vamos, no nos interesa de dónde venimos, pero seguimos marchando.
¿Quién elaborará los nuevos sueños? Inevitablemente surgirán en unos años, o en
el próximo siglo, y serán una sorpresa, como siempre. Mientras tanto
avanzaremos en medio de la nada.
El buen
político manipula las ilusiones pero conserva una dosis de realidad para no
despeñarse, como Chávez, que hablaba de un mundo irreal con los pies colocados
sobre la tierra, llevándonos hacia la pobreza, mientras entusiasmaba a sus seguidores
sin correr los riesgos de las verdaderas revoluciones. Se decía discípulo del
Che Guevara pero daba dólares subsidiados a la clase media para viajar a Disney
World. Chávez era un taumaturgo catastrófico sin escrúpulos.
Por ahora
es seguro profetizar que como sentimiento el chavismo sobrevivirá a Nicolás
Maduro, igual que ocurrió con el peronismo. El antiperonismo y el antichavismo
han carecido de vuelo histórico, han sido simples apéndices del peronismo y del
chavismo, no han logrado ofrecer una nueva visión, se reducen a ser una radical
negación. Ahora, con una astucia ramplona, se deja de lado a Chávez y a Perón
para atacar a Nicolás Maduro y a Cristina y así, sin querer, se glorifica a
Chávez y a Perón, cuya verdadera herencia fue volver ingobernables a sus
países.
La
oposición al chavismo se queja del desabastecimiento, las colas, la inflación,
la inseguridad, se parece al contador que suma y resta, no al vendedor que nos
convence de las bondades de su producto. Los economistas no convencieron a
ningún chavista repitiendo que el modelo había fracasado en todo el mundo, o
hablando de las sacrosantas leyes de su supuesta ciencia. La gente ama al que
les dice: “Allí está la luna, toma tu pedazo”, no al que no cesa de recordarles
que falta harina para hacer pan.
Después
de haber sido gobernados por caudillos militares en el siglo XIX, en el XX,
según Orlando Ochoa: “En el período 1925-28 la economía venezolana creció un
espectacular 18,3% interanual, como resultado del impacto del proceso de nuevas
inversiones de capital extranjeras en petróleo y en menor escala por
inversiones venezolanas en otras actividades beneficiadas por la bonanza
petrolera (construcción, comercio y finanzas, gobierno)”. Venezuela progresó
enormemente en términos económicos y sociales entre 1925 y 1970. La economía
creció un extraordinario 7,1 promedio anual durante estos 45 años.
Este año
la economía caerá entre 5% y 7%, algunos hablan de 9%. Récord mundial.
¿Llegamos
al punto de no retorno?
Andamos a
ciegas. ¿Hacia dónde?, moverse hacia lo desconocido es divertido.
Adiós
Maduro, adiós Chávez, adiós Castro, adiós Che. Fin de fiesta.
Estamos hartos del presente y
somos una mayoría abrumadora los que no soportamos los estertores del chavismo.
Nos lanzaremos hacia lo desconocido, diremos adiós a Maduro, abriremos las
puertas del futuro sin saber lo que nos espera, ni tampoco importarnos mucho lo
que traiga el mañana.
Vía El Nacional
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