Editorial de El Nacional
El Partido Popular, eje del
gobierno español y poseedor de un peso inocultable en el Congreso de los
Diputados, se aleja de posiciones ambiguas y coloca su atención en los sucesos
políticos que conmueven a Venezuela. Si consideramos el cuidado que el gobierno
de Rajoy ha tenido con los asuntos internos del país, movido seguramente por
los intereses económicos que determinan la orientación de su cancillería en
resguardo de los negocios de los empresarios peninsulares, estamos ante un paso
de la mayor importancia.
¿Qué ha pasado para que el PP se
atreva a mirar con detenimiento nuestros problemas, y a tomar partido frente a
ellos? Las noticias que circulan sobre la violación de derechos humanos en
nuestra latitud, unidas a los escándalos de corrupción que involucran a altos
funcionarios o ex funcionarios del chavismo, acerca de los cuales sobran las
evidencias en la banca española, han provocado el movimiento que el PP tomará
en el seno de las cortes.
El movimiento quiere involucrar
al resto de los partidos representados en el Congreso de los Diputados,
movimiento que no deja de ser llamativo cuando gobierno y oposición se trenzan
en ásperos debates sobre los asuntos internos y cuando las elecciones de
Andalucía, ocurridas el domingo, exhiben las divisiones y las distancias que
marcan la política española. El hecho de que, en medio de un panorama tan
desapacible, se atreva el partido de gobierno a buscar el apoyo de sus rivales
en una materia que directamente no les incumbe, es de una elocuencia
devastadora.
La páginas de la prensa española
vienen llenas de detalles sobre las corruptelas venezolanas; la continua
violación de los derechos humanos en las cárceles nacionales, la asfixia de la
prensa independiente y la multiplicación de los ataques contra la libertad de
expresión no han dejado de circular ante la estupefacción de un conglomerado
que, después de los oscuros tiempos del franquismo, ha dicho lo que le ha parecido
sobre la vida pública o sobre cualquier tema que le ha interesado. De allí el
movimiento del PP, y la posibilidad del apoyo que solicitará a sus adversarios
en el Congreso de los Diputados.
Si se considera el antecedente de
la declaración hecha por el Parlamento Europeo hace poco, sobre los políticos
injustamente presos en Venezuela, estamos ante el comienzo de una alarma
internacional que puede crecer en breve, y que obligará al gobierno venezolano,
probablemente, a revisar su conducta en materias de tanta trascendencia. La
reacción de Estados Unidos sobre asuntos semejantes no está sola ahora, cuenta
con compañeros que miran desde su perspectiva la crisis que aquí vivimos. La
revolución bolivariana no topa con el acoso imperial al cual acude para escudar
sus tropelías, sino ante una reacción de mayor envergadura que la debe llenar
de preocupación si no insiste en su olímpica indiferencia frente al parecer
ajeno. De allí la importancia de la iniciativa que toma el PP en Madrid.
Vía El Nacional
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