Mientras Venezuela envíe su mesada de petróleo a Cuba, Raúl Castro no abandonará a Nicolás Maduro a su suerte; necesita manejarlo para sostenerlo cueste lo que cueste en el poder. Si el próximo presidente de Estados Unidos es un republicano, las relaciones con Cuba no tendrán futuro en corto tiempo, así que no puede abandonar Venezuela –ni tonto que fuera– para perder el control de nuestros cuantiosos recursos.
Raúl
Castro sabe muy bien que la oposición ganará las elecciones parlamentarias.
Maduro no es Chávez, en el chavismo aumenta la decepción y los movimientos
disidentes separados del PSUV pueden promover una abstención y hacer que la
oposición, a pesar del ventajismo oficial, gane holgadamente.
Raúl
Castro, decidido a no perder el tren de la historia, obtiene grandes
oportunidades para los cubanos con las iniciativas políticas y económicas de la
Unión Europea, mientras tanto le saca ventaja al callejón sin salida que
significa una Venezuela en manos de un indigente intelectual como Maduro; por
eso lo maneja a su antojo, no quiere que “la revolución” se pierda en manos de
su pupilo, lo llama al botón para que no pise las conchas de mango de quienes
conspiran en su entorno para defenestrarlo del poder.
Según
nuestras fuentes de inteligencia, Raúl lo mandó a llamar a La Habana el 1° de
mayo y le advirtió que no podía tomar decisiones sin consultarlas con Cuba, que
no podía seguir instrucciones de Diosdado Cabello, que lo había convencido de
anunciar el decreto de nacionalización de la Polar, porque eso significaría que
el país quedaría totalmente desabastecido y la explosión social dejaría de ser
una amenaza y precipitaría su salida del gobierno.
Un
país no puede vivir solo de retórica contra el imperialismo y los opositores,
necesita alimentos; Venezuela está a un tris de caer en un “período especial”
como el que sufrió Cuba cuando se desplomó la Unión Soviética en 1991, se puso
fin a los subsidios y ayudas a la dictadura cubana, con efectos devastadores
para la población que estuvo condenada a pasar hambre. Una situación como esa
en Venezuela significa el fin de la “revolución bolivariana”. Raúl Castro está
dispuesto a salvarla, pero su perro guardián tiene que cumplir fielmente su
papel. Hasta ahora el muchacho no le ha salido respondón sino sumiso, ha podido
incluso evitar que los militares venezolanos saquen el buque de la Exxon Mobil
–de bandera norteamericana– de las aguas en reclamación con Guyana, bajo el
argumento de que el gobierno de Estados Unidos iba a radicalizar el ataque
contra Maduro.
Sin
embargo, Raúl, con su doble discurso, nos envía al circo de sus “cinco espías”
para continuar las arengas antimperialistas en Venezuela y mantener ocupado a
Maduro en otro tema que no sea el del desabastecimiento y la inseguridad.
Tic
tac
Hijo
de Putin: Raúl
Castro estaría dispuesto a negociar con Rusia un asilo político para Nicolás
Maduro, si se produce en Venezuela un escenario que lo saque del poder, para no
afectar las relaciones de Cuba con Estados Unidos.
Partida
secreta:
según fuentes militares, en la Fuerza Armada cayó como un plomo la invitación a
los 5 terroristas cubanos, recibidos como héroes y condecorados con la Orden
Libertador. En privado, habrían recibido de manos de la “primera combatiente”
un obsequio envuelto en papel de regalo que contenía 200.000 dólares para cada
uno, para remodelar sus viviendas en Cuba y adquisición de vehículos.
¿Aceptó
o no aceptó?...
Trascendió que el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, habría puesto
su cargo a la orden… tic
tac.
Vía
El Nacional
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