Televisión
Española (TVE) nos ha regalado con una serie original y con buena carga de
humor, que lleva el título de esta nota. El Ministerio del Tiempo es
un despacho oficial y secreto creado en 2015 por el gobierno español. Su
objetivo es cuidar que determinados hechos del pasado no se tuerzan, que no se
cambie la historia o bien que se cambie pero con fines por lo general
altruistas.
Los
encargados de cumplir tales tareas son un hombre nacido en los 80, una joven
que fue pionera de los derechos de la mujer en los inicios del siglo XX y un
soldado que viene desde el siglo XVI para trabajar en el Ministerio. Por
supuesto, él vive impresionado por las costumbres y tecnología de nuestro
tiempo.
A esa
brigada heroica le ha tocado viajar a 1588 para impedir que Lope de Vega
embarque en un buque de la Armada Invencible, de Felipe II, que será destruido
por los ingleses. Así se salva la obra poética y la dramaturgia de este genio
literario. En otro capítulo deben trasladarse a la población de Hendaya, en la
frontera hispano francesa en 1940, para impedir que Franco firme con Hitler el
pacto que sellaría el ingreso de España en la Segunda Guerra mundial. Y en otro
les toca arrancar de las garras de Torquemada y devolver a la vida a un judío
que en los años de la Inquisición logra que la Reina Isabel garantice su vida y
la de su familia a cambio de regalarle un prodigioso Libro del Tiempo.
Las cosas
que suceden en mi país desde la infausta llegada de Hugo Chávez al poder en
1999 me han llevado a pensar que en Venezuela se instaló, al unísono de esa
desgracia, un Ministerio del Tiempo pero al revés. En lugar de ordenar viajes
al pasado para preservar hechos históricos a punto de torcerse, o torcer
algunos para hacer justicia, el despacho oficial pero secreto de la revolución
chavista trae lo peor del pasado a nuestros días y nos obliga a convivir con
él. Chávez debe haber sido el más ferviente admirador de Atila, rey de los
Hunos, a quien se conoció como el Azote de Dios, prototipo de crueldad,
destrucción y rapiña. De él dijo la historia, y se afirma hasta hoy, que por
donde pasaba su caballo no volvía a crecer la hierba. La Venezuela arrasada de
hoy, hundida en la miseria, es la obra de ese caudillo bárbaro traído al país
desde los años 400 de la era cristiana.
La vida
cotidiana del venezolano, gracias al Ministerio del Tiempodel
socialismo del siglo XXI, es la misma de la conquista del Oeste tantas veces
narrada en los westerns: bandidos, asaltantes, cuatreros, asesinos que pululan
no en caballos sino en motocicletas y automóviles y que en vez de obsoletos
revólveres, portan fusiles, granadas y ametralladoras. El sheriff, representante
de la autoridad, unas veces está en complicidad con los bandidos y en otras
aquellos lo asesinan.
Para la
aplicación de la justicia, el Ministerio del Tiempo de Chávez y ahora de
Nicolás Maduro importó a los Juristas del Horror de la Alemania nazi. Están
aquí para dictar las sentencias más horripilantes, siempre vejatorias de la
condición humana, que les vienen ordenadas por el mandamás Maduro o el cuasi
mandamás Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional.
Para todo
lo demás: el manejo de la economía, la humillación al pueblo en la búsqueda del
sustento diario, el atropello a las libertades ciudadanas, la propaganda
oficialista, el control de los medios de comunicación, la censura, la represión
a quienes protestan, el encarcelamiento sin delito de líderes opositores, la
creación de grupos de espías y delatores, la fabricación de poderosos enemigos
externos y la mentira como norma han sido la reedición del estalinismo traído
de la mano por Fidel y Raúl Castro.
Los creadores de la serie de TVE
bien podrían inspirarse en estos sucederes de Venezuela para hacer los
capítulos más insólitos de su extraordinario Ministerio del Tiempo. Aunque el
mundo parece bastante enterado, se enteraría un poco más.
Vía El País, España
Que pasa Margarita
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