La independencia de las instituciones no tiene cabida en la revolución socialista
JUAN M. RAFFALLI A. | EL UNIVERSAL
viernes 11 de febrero de 2011 12:00 AM
En esta semana escuchamos dos discursos que no pueden pasar bajo la mesa. El primero proferido por en el Tribunal Supremo con motivo de la apertura del año judicial. El segundo fue emitido por el Ministro de la Defensa durante su interpelación en la Asamblea Nacional. Ambos revelan a plenitud y de manera elocuente la lamentable situación de parcialidad que hoy infecta la institucionalidad del país.
Ante más de 1200 jueces el orador de orden Magistrado Fernando Vegas ha dicho, con toda tranquilidad y hasta emocionado, que bajo el liderazgo del presidente Chávez -a quien cual militante del PSUV llama "comandante"- y de una vanguardia cada vez más "esclarecida", la revolución promueve los cambios sociales requeridos para lograr la mayor suma de felicidad posible. También habló a tambor batiente del carácter anticapitalista y socialista de la Constitución, propugnando el fundamento ideológico de nuestras leyes y llegando casi al extremo de justificar constitucionalmente la expropiación de tierras y fábricas a cuyos propietarios individuales solo los mueve el margen de ganancia. Pareciera que el discurso salió de un jurista activista en funciones como Carlos Escarrá y no de un Magistrado del Tribunal Supremo de Justicia en un acto oficial. La otra perla discursiva vino del Ministro de la Defensa quien al responder a uno de los diputados opositores manifestó, con absoluta claridad que las fuerzas armadas no son las de antes, que ahora están al lado del pueblo y juegan un papel fundamental en los cambios que promueve la revolución bolivariana. Se confesó así el Ministro, plenamente militante de la ideología política de su Comandante en Jefe.
Qué importan entonces la Constitución y la Razón. Nada menos que el Poder Judicial y la Fuerza Armada cuadradas al servicio de una ideología específica, de una parcialidad política, de una sola forma de ver el mundo, sin importar lo que piense el resto del país. Definitivamente la independencia de las instituciones que es la verdadera garantía que nos ofrece la Constitución en favor del disenso y de la libertad de ideología, no tiene cabida en un régimen de Gobierno en el cual la revolución socialista, para muchos comunista, lo es todo y el resto es pura derecha despreciable. Lo insólito es que al mismo tiempo se dicen demócratas.
Ante más de 1200 jueces el orador de orden Magistrado Fernando Vegas ha dicho, con toda tranquilidad y hasta emocionado, que bajo el liderazgo del presidente Chávez -a quien cual militante del PSUV llama "comandante"- y de una vanguardia cada vez más "esclarecida", la revolución promueve los cambios sociales requeridos para lograr la mayor suma de felicidad posible. También habló a tambor batiente del carácter anticapitalista y socialista de la Constitución, propugnando el fundamento ideológico de nuestras leyes y llegando casi al extremo de justificar constitucionalmente la expropiación de tierras y fábricas a cuyos propietarios individuales solo los mueve el margen de ganancia. Pareciera que el discurso salió de un jurista activista en funciones como Carlos Escarrá y no de un Magistrado del Tribunal Supremo de Justicia en un acto oficial. La otra perla discursiva vino del Ministro de la Defensa quien al responder a uno de los diputados opositores manifestó, con absoluta claridad que las fuerzas armadas no son las de antes, que ahora están al lado del pueblo y juegan un papel fundamental en los cambios que promueve la revolución bolivariana. Se confesó así el Ministro, plenamente militante de la ideología política de su Comandante en Jefe.
Qué importan entonces la Constitución y la Razón. Nada menos que el Poder Judicial y la Fuerza Armada cuadradas al servicio de una ideología específica, de una parcialidad política, de una sola forma de ver el mundo, sin importar lo que piense el resto del país. Definitivamente la independencia de las instituciones que es la verdadera garantía que nos ofrece la Constitución en favor del disenso y de la libertad de ideología, no tiene cabida en un régimen de Gobierno en el cual la revolución socialista, para muchos comunista, lo es todo y el resto es pura derecha despreciable. Lo insólito es que al mismo tiempo se dicen demócratas.
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