En: http://www.lapatilla.com/site/2014/10/31/colegio-humboldt-120-anos-por-karl-krispin/
Karl Krispin
Es un hecho muy poco frecuente en nuestras latitudes que una
institución alcance, como el colegio Humboldt, la notabilísima edad de
los ciento veinte años. Fundado para servir las necesidades educativas
de la colonia alemana en Venezuela, el Colegio Humboldt ha evolucionado
desde 1894 hasta nuestros días para convertirse en un colegio de
encuentro entre las culturas venezolana y alemana.
Para entender la dimensión de esta celebración, tengamos en cuenta
que la República tiene 203 años: el Colegio Alemán- Colegio Humboldt ha
estado en más de la mitad de nuestra vida republicana y su alcance toca
ya tres siglos: el XIX, el XX y el XXI. La presencia del Colegio ha
estado signada por diversos sucesos históricos: una guerra civil, la
Revolución Libertadora, entre 1901 y 1903, dos guerras mundiales, en
particular la Segunda Guerra Mundial, que implicó su cierre temporal.
Sólo en el siglo XX, se ha desenvuelto en escenarios históricos tan
diversos como dictaduras, golpes de estado, guerras, gobiernos
democráticos, gobiernos hostiles y por encima de todo, ha sabido
mantener su ritmo de navegación institucional.
Todo esto deja una lección: los eventos históricos no son más que un
telón de fondo, a veces con momentos estelares, grises u oscuros, pero
las instituciones, con la consciencia firme de su misión, deben edificar
su propio destino y su historia particular en la certeza de conocer la
naturaleza de su propósito. Esto no es otra cosa que hacer cohabitar una
historia con otra historia sin que la Historia en mayúsculas pueda
hacer añicos a la historia en particular. Esto nos sirve como sujetos,
comenzando por nuestros objetivos y fijaciones: la gran Historia es el
panorama ante el que actuamos y ante el que tenemos el deber ineludible
de sobreponernos.
Es en esta construcción institucional donde ha residido el éxito del
Colegio Humboldt que nos lleva a reflexionar sobre esta arquitectura del
conocimiento. Estamos hablando de unas cuatro generaciones que han
pasado por el Colegio. Esta construcción institucional implica un
proyecto echado a andar que tiene como objetivo permanecer en el tiempo
ofreciendo un resultado: una educación de primera, sobre la base de un
encuentro binacional entre la cultura alemana y la cultura venezolana,
que gradúe sujetos aptos para la universidad, la vida y la sociedad.
El conocimiento siempre nos hará libres, pero ese conocimiento debe
venir acompañado de un fundamento ético, que sepa distinguir los
verdaderos valores de los ilusorios y cambiantes. A lo largo de sus
años, el Colegio Humboldt ha sabido igualmente construir algo que las
sociedades aprecian como nada porque la convierten en referencia para
sus miembros. Ha sabido levantar y fijar una tradición. La defensa de
las tradiciones es lo que hace que una institución sea de una forma
determinada y no de otra. Hablamos de un colegio que ha sabido educar,
formar con valores, crear disciplina, establecer constancia, fomentar la
competencia para sujetos que han experimentado la transversalidad de
los valores compartidos entre Alemania y Venezuela. Y eso lo define y
significa como hacedor de tradición. Esa visión europea, alemana y
venezolana redunda en lo más extraordinario que podemos esgrimir como
habitantes planetarios y habitantes del conocimiento: la consciencia de
lo universal.
Los aniversarios reafirman nuestros objetivos y asumen la categoría
de ejemplaridad. Nadie miente al decir que el Colegio Humboldt es
ejemplar, que constituye un modelo a seguir. En estas sociedades humanas
llenas de grandezas y miserias, de aciertos y de errores, en las que
abunda la promesa y escasea el cumplimiento, donde resulta más fácil
destruir que construir, este colegio ha sabido mantenerse en el tiempo
sin haber dejado de apostar a la excelencia ni un solo día. Hoy
recordamos la fundación de una mañana de 1894 en que un grupo de
visionarios alemanes y venezolanos imaginó sin titubeos, con entusiasmo y
fe en el porvenir, una historia y un colegio para ser contados en los
siglos venideros.
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