JOSÉ FÉLIX DÍAZ BERMÚDEZ
| EL UNIVERSAL
domingo 2 de noviembre de 2014 12:00 AM
Entre las admirables
cualidades del Dr. José Gregorio Hernández, tuvo una tal vez no muy
conocida por haberse dedicado como lo hizo de manera preferente al
estudio científico, a la labor docente, a la tarea profesional, generosa
en servicio a los otros; fue la no menos importante, notable y superior
del escritor.
No conocemos un texto suyo en el campo de la novela, el cuento o la poesía, pero sí diversos artículos y narraciones, éstas inclusive en sus cartas particulares, en todas las cuales evidenció su talento literario que pudo competir con mérito junto al de otros intelectuales de su tiempo: abogados, diplomáticos, historiadores, periodistas, que desde las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del siglo XX enriquecieron de manera singular las letras nacionales.
Uno de los escritos más importantes, debido a la pluma del eminente médico, es el denominado: "Los Maitines", obra corta, de alta inspiración religiosa en la que describe aspectos de la vida monástica con la fineza de su ser espiritual, con la elegancia de su estilo correcto, ya cultivado y desarrollado en otras disciplinas como la reflexión filosófica, la exposición científica, la oratoria académica en la que fue maestro.
Esa reconocida pieza de la literatura venezolana acompaña a varias de similar carácter como fueron la traducción del: "Miserere" de Andrés Bello, "La Ascensión" de García de Quevedo, "¿Dónde está Dios?" de Elías Calixto Pompa, "La Iglesia" de Cecilio Acosta, "Jesucristo" de Felipe Tejera, entre otras. No en balde por su jerarquía intelectual y su condición de buen escritor José Gregorio llegó a ser colaborador de: "El Cojo Ilustrado" en el año 1893.
Entre los poetas de su generación, médico también, nacido en el año de 1864, de quien se está cumpliendo igualmente un sesquicentenario, es preciso recordar al doctor Gabriel E. Muñoz, amante de la cultura clásica, autor de: "Ad Oram Sepulchris" y a quien don Luis Correa mencionó en su célebre: "Terra Patrum".
Composiciones reveladoras de José Gregorio Hernández como escritor se encuentran en sus epístolas, redactadas muchas veces con la franqueza de la amistad, la confianza de la intimidad y en las que se nos manifiesta como un hombre cordial, afectuoso, abierto, sincero, reflexivo y, al mismo tiempo, poseedor de un excelente estilo, mérito que le acompañó desde su juventud. En su carta del 5 de noviembre de 1888 a Dominici puede extraerse, y titulase: "La Tormenta", una sensible, fidedigna y hermosa narración que hizo del suceso y reconocerle su valor artístico.
Además de lo anterior, José Gregorio poseyó la virtud propia del cronista al saber observar y describir las poblaciones, los paisajes de los lugares que visitó, así como las gentes que conoció a lo largo de sus viajes dentro y fuera de Venezuela. Maracaibo, Betijoque, Boconó, Valera, La Puerta, Mérida, Niquitao, Puerto Cabello, Caracas y Curazao, entre otros, fueron algunos de esos sitios y sobre los cuales dejó ciertos detalles y referencias.
Apreció José Gregorio la literatura desde sus años juveniles y a la edad de 24 años, no obstante su afirmativa vocación y conocimiento científico, supo expresar con propiedad su juicio acerca de las obras que conocía. "¿Recuerdas -confesaba a Santos Dominici en 1888- mi aversión a leer los dramas y comedias, etc.? Y hoy es todo lo contrario, devoro cuanto encuentro, y nunca he echado de menos tanto como ahora tu hermosa biblioteca, tesoro inmenso para todo el que desee instruirse; si hoy, que apenas conozco muy superficialmente la evolución del teatro en España a través de los siglos, si hoy, digo, gozo tanto leyendo unas comedias de López que afortunadamente tengo aquí ¿cómo será cuando esté bastante instruido en todo ese mundo de cosas que me falta por saber?...".
Hombre destacado en la ciencia, en la cultura, en las letras por añadidura, dejó su impronta en todo cuanto hizo de manera significativa; dejó su huella inconfundible en la historia de la patria que hoy se erige con orgullo y gratitud ante su ejemplo, símbolo de deber ciudadano, humanidad y venezolanidad bien cumplida, presente ayer y exigencia indispensable hoy para enaltecimiento del país.
No conocemos un texto suyo en el campo de la novela, el cuento o la poesía, pero sí diversos artículos y narraciones, éstas inclusive en sus cartas particulares, en todas las cuales evidenció su talento literario que pudo competir con mérito junto al de otros intelectuales de su tiempo: abogados, diplomáticos, historiadores, periodistas, que desde las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del siglo XX enriquecieron de manera singular las letras nacionales.
Uno de los escritos más importantes, debido a la pluma del eminente médico, es el denominado: "Los Maitines", obra corta, de alta inspiración religiosa en la que describe aspectos de la vida monástica con la fineza de su ser espiritual, con la elegancia de su estilo correcto, ya cultivado y desarrollado en otras disciplinas como la reflexión filosófica, la exposición científica, la oratoria académica en la que fue maestro.
Esa reconocida pieza de la literatura venezolana acompaña a varias de similar carácter como fueron la traducción del: "Miserere" de Andrés Bello, "La Ascensión" de García de Quevedo, "¿Dónde está Dios?" de Elías Calixto Pompa, "La Iglesia" de Cecilio Acosta, "Jesucristo" de Felipe Tejera, entre otras. No en balde por su jerarquía intelectual y su condición de buen escritor José Gregorio llegó a ser colaborador de: "El Cojo Ilustrado" en el año 1893.
Entre los poetas de su generación, médico también, nacido en el año de 1864, de quien se está cumpliendo igualmente un sesquicentenario, es preciso recordar al doctor Gabriel E. Muñoz, amante de la cultura clásica, autor de: "Ad Oram Sepulchris" y a quien don Luis Correa mencionó en su célebre: "Terra Patrum".
Composiciones reveladoras de José Gregorio Hernández como escritor se encuentran en sus epístolas, redactadas muchas veces con la franqueza de la amistad, la confianza de la intimidad y en las que se nos manifiesta como un hombre cordial, afectuoso, abierto, sincero, reflexivo y, al mismo tiempo, poseedor de un excelente estilo, mérito que le acompañó desde su juventud. En su carta del 5 de noviembre de 1888 a Dominici puede extraerse, y titulase: "La Tormenta", una sensible, fidedigna y hermosa narración que hizo del suceso y reconocerle su valor artístico.
Además de lo anterior, José Gregorio poseyó la virtud propia del cronista al saber observar y describir las poblaciones, los paisajes de los lugares que visitó, así como las gentes que conoció a lo largo de sus viajes dentro y fuera de Venezuela. Maracaibo, Betijoque, Boconó, Valera, La Puerta, Mérida, Niquitao, Puerto Cabello, Caracas y Curazao, entre otros, fueron algunos de esos sitios y sobre los cuales dejó ciertos detalles y referencias.
Apreció José Gregorio la literatura desde sus años juveniles y a la edad de 24 años, no obstante su afirmativa vocación y conocimiento científico, supo expresar con propiedad su juicio acerca de las obras que conocía. "¿Recuerdas -confesaba a Santos Dominici en 1888- mi aversión a leer los dramas y comedias, etc.? Y hoy es todo lo contrario, devoro cuanto encuentro, y nunca he echado de menos tanto como ahora tu hermosa biblioteca, tesoro inmenso para todo el que desee instruirse; si hoy, que apenas conozco muy superficialmente la evolución del teatro en España a través de los siglos, si hoy, digo, gozo tanto leyendo unas comedias de López que afortunadamente tengo aquí ¿cómo será cuando esté bastante instruido en todo ese mundo de cosas que me falta por saber?...".
Hombre destacado en la ciencia, en la cultura, en las letras por añadidura, dejó su impronta en todo cuanto hizo de manera significativa; dejó su huella inconfundible en la historia de la patria que hoy se erige con orgullo y gratitud ante su ejemplo, símbolo de deber ciudadano, humanidad y venezolanidad bien cumplida, presente ayer y exigencia indispensable hoy para enaltecimiento del país.
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