Suponer que existen soluciones
obvias contra el terrorismo islámico es un error peligroso
Europa está aterrada y perpleja
por los asesinatos de inocentes a manos de extremistas islámicos. ¿Por qué está
pasando esto? ¿Qué hacer? La mayoría de la gente no tiene respuestas a estas
preguntas. La mayoría, pero no todos. Hay grupos que tienen perfectamente claro
por qué sucede esto y qué se debe hacer al respecto. Hay dos grupos en
particular que tienen visiones extremas y totalmente contrapuestas de las
causas del terrorismo islámico y de cuáles deberían ser los remedios. Si
bien ambos representan minorías, sus puntos de vista aparecen cada vez más en
los debates sobre estos temas. A unos los llamo los contextualistas y a los
otros los aislacionistas.
Para los
contextualistas, la causa del terrorismo que azota a Europa es la conducta
—pasada y presente— de los Gobiernos europeos y de EE UU. Para unos, esto comenzó
en las cruzadas o en el periodo colonial, mientras que otros sostienen que el
terrorismo islámico se nutre de agresiones y humillaciones más recientes, como
la guerra en Irak, los vínculos con las dictaduras petroleras de Oriente
Próximo, aliadas de Occidente, y el apoyo a Israel en el conflicto con los
palestinos.
También
en el fracaso europeo en integrar a los inmigrantes, el alto desempleo de
jóvenes musulmanes, la discriminación que sufren, la desesperanza y la falta de
identidad, todo lo cual los hace presa fácil de una causa religiosa mal
interpretada, revanchista y beligerante que promete darles dignidad y llenar
muchos de sus vacíos vitales. Un buen ejemplo de la perspectiva de los
contextualistas lo ofreció recientemente en el Nouvel Observateur Henry
Rousell, uno de los fundadores de Charlie Hebdo, al comentar el atentado contra
el semanario: “El ataque puede ser visto a la luz de las guerras en las que
Francia se ha involucrado, conflictos donde su participación no era necesaria,
donde peores masacres que la de Charlie Hebdo tienen lugar todos los días, varias
veces al día, donde nuestros bombardeos acumulan muertes sobre muertes en la
esperanza de salvar a potentados que se sienten amenazados y que no son mejores
que quienes los amenazan”.
Las
fronteras siempre han sido porosas y las de hoy lo son más que nunca. Los
costos y esfuerzos por sellarlas, en relación con sus pocos beneficios y dudosa
eficacia, no auguran buenos resultados
Los
aislacionistas no lo ven así. Según ellos la responsabilidad por este
terrorismo no hay que buscarla en el contexto, sino en quienes cometen estas
atrocidades y en los líderes religiosos que manipulan a jóvenes de Oriente
Próximo y África del Norte o a europeos hijos de inmigrantes de esas regiones,
quienes son convertidos en terroristas suicidas. Según esta perspectiva, el problema
no es el contexto sino la numerosa inmigración de musulmanes y lo que ellos
llaman la “islamificación” de Europa. Opinan que Europa está siendo “invadida”
por una multitud de musulmanes que no llegan para integrarse en la sociedad,
sino para transformarla de acuerdo a su religión. Consideran que el islam es
incompatible con valores fundamentales para los europeos, como la separación de
Estado y religión, el trato igualitario para las mujeres y la tolerancia hacia
otros credos. Los aislacionistas opinan que la solución al terrorismo radica,
además de en actuaciones policiales preventivas más eficaces, en políticas
migratorias más restrictivas y en el reforzamiento de las fronteras. En toda
Europa han surgido partidos políticos y agrupaciones que proponen severas
medidas en contra de los inmigrantes ilegales y otras iniciativas destinadas a
contener la expansión del islamismo radical.
Tanto a
los contextualistas como a los aislacionistas les faltan respuestas sólidas a
preguntas clave. Si el problema es el contexto, la historia y la discriminación
que hay contra los inmigrantes, ¿por qué no hay terroristas suicidas latinos?
Los inmigrantes latinoamericanos en Europa no viven en condiciones
significativamente mejores que los inmigrantes árabes. No obstante, el
terrorismo religioso no existe entre los latinos. ¿Por qué India o Indonesia,
los dos países con la mayor población musulmana del mundo, no producen tantos
terroristas suicidas como los países árabes?
Por su
parte, los aislacionistas tampoco tienen buenas respuestas a la realidad de que
en un mundo tan globalizado, conectado e integrado como el de hoy, los bloqueos
no funcionan. Las fronteras siempre han sido porosas y las de hoy lo son más
que nunca. Los costos y esfuerzos por sellarlas, en relación con sus pocos
beneficios y dudosa eficacia, no auguran buenos resultados. Otro problema es
que la percepción de la “invasión” de inmigrantes es exagerada. Según la
encuestadora IPSOS Mori, los franceses creen que en su país los inmigrantes son
el 24% de la población cuando en realidad son el 11%. En España opinan que son
el 24%, pero de hecho son la mitad, el 12%. La brecha es igual en otros países
europeos.
El terrorismo islámico es una
amenaza terrible y un fenómeno nuevo, a pesar de sus proclamas medievales.
Suponer que lo entendemos y que existen soluciones obvias es un peligroso
error.
Vía El País. España
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