Sunday, March 1, 2015

Sectas de la dictadura

En: Recibido por email

Luis Chumaceiro

stos son tiempos del adiós. Pero no se confundan. No estoy hablando del nunca tan deseado cierre de #TalCual o cualquier otro medio de comunicación a causa de la brutal persecución derivada de demandas, multas, amenazas y otras sanciones contra sus directivos y periodistas. Tampoco me refiero, cuando hablo del anhelo de cierre, a alguien que no este al servicio de este régimen y sus socios necesarios: Boliburgueses, traficantes, corruptos, transgresores de derechos humanos, traidores a la patria & Cia; todos con futura responsabilidad ilímitada. Los que se van a tener que despedir, si tienen tiempo en la carrera que van a tener que dar, son esta caterva de depredadores que he mencionado.

Pero el costo de activar la huida y las circunstancias que rodean el final son dolorosas para la Venezuela decente. Basta el caso del niño ajusticiado en el Táchira para evaluar las razones que el pueblo de Venezuela tiene para liberarse de la barbarie. Un crimen monstruoso que sacude el alma de cualquiera y que es el producto directo de la instigación a la violencia y al odio desarrollada desde el poder desde el año 1999. Y la evidente relación la hizo la propia madre de la víctima.

¿Cuál fue la respuesta institucional? El Defensor del Pueblo afirmó que la "muerte de menor en Táchira no tiene que ver con la Resolución 8610" y El Usurpador, tratando de ratificar una y mil veces su propia naturaleza, acusó a quien ya no puede defenderse de pertenecer a una secta. Asesino no es solo quien dispara, también quien le dio el arma y la orden, los que tratan de disfrazar el hecho, los que crean el clima de impunidad que propicia la repetición exponencial de los crímenes y, muy especialmente, el canalla que obliga a un padre afirmar en su dolor: "Mi hijo no pertenecía a ninguna secta, era boy scout".

¿Qué no decir de otras señales que derivan del mismo horror? Mientras los pocos medios libres que sobreviven cubrían lo que se pretendía ocultar y publicaban las gráficas que recorrieron el mundo, eso que llaman prensa o medios oficialistas, también los que han sido acallados con los dineros de la corrupción, colocaban "titulares universales" como este: "Muere cuarto panda gigante de moquillo en China". Complicidad extrema de los socios de la firma comercial fundada desde el poder que se dedica al lavado de dinero con múltiples vocaciones, entre ellas la mediática.

Dicho en estos términos: ¿A quién le puede extrañar que la prensa libre sea un blanco fijo contra el cual disparan los esbirros de una dictadura? Raro sería encontrar algún ápice de decencia que permitiera vislumbrar salida a este caos. Por ejemplo, ver al mundo militar reconocer que la Resolución 8610 fue un error garrafal porque pretende dar la justificación al ajusticiamiento de inocentes, tan solo al aceptar que se usen armas letales en manifestaciones pacificas. ¿Acaso no se han percatado que con esa Resolución de la muerte han certificado su responsabilidad y asociación con los crímenes que se cometen? Y si reconocen el error, ¿lo apropiado no sería derogarla sin mayor pompa o circunstancia? Pero no lo van a hacer.

Esa cúpula irreflexiva y podrida es la que gobierna a Venezuela por 16 años. Ha sido mucho tiempo. No existe una Nación en el orbe que aguante esa plaga a largo plazo.

Si estamos mencionando sectas, dejar a un lado a los miembros selectos que conforman la Justicia Roja es, a lo menos, un acto de descortesía. Ellos son la clave para entender el teorema elemental: Actos de Injusticia de los jueces producen la impunidad que potencia la violencia. Y el espiral sigue creciendo a costa de la vida de miles de venezolanos. ¿Cuál es la guerra temida si esta sociedad sufre un proceso de guerra social no declarada desde hace años? Mejor sería no tener un Fiscal General si se dedica a hacer lo se ha hecho hasta ahora. ¿Qué no decir de esta Justicia que encarcela a inocentes y exonera culpables? La misma que va a convalidar la Resolución de la muerte que ya ha sido impugnada por la comunidad universitaria de la Universidad Central de Venezuela. Váyanse de vacaciones o a una larga huelga, nadie se enteraría de la ausencia.

No es la Venezuela decente la que tiene que despedirse. No son los marginados y segregados durante tanto tiempo los que tienen que marcharse. Ya no se trata de una renuncia o del diseño de una salida constitucional. Los delincuentes huyen a discreción dejando maletas y parte de los bienes que se robaron. No son los medios perseguidos los que desaparecerán. Váyanse despidiendo sectas de criminales.



@luischumaceiro

Vía Tal Cual

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