Tuesday, November 4, 2014

Adios al raspadero

En: Recibido por email. Publicado en Tal Cual

Tulio Ramírez


El venezolano siempre ha sido un echao pa ´lante.  Así como mis viejos se fajaron como obreros y levantaron una familia, otros de esa generación lograban el sustento realizando tareas "informales" que hoy día serían catalogadas por los expertos en business como emprendedurías. Cocer para la calle, cuidar niños, vender almuerzos, lavar y planchar ropa ajena, peluquear a domicilio, fueron algunas de estas actividades. Además de estas microempresas que garantizaban la papa diaria, había otros mata tigres que se las ingeniaban para rebuscarse y completar el sueldo.

Siempre fue una salida vender Tupper Were, ollas Rena Ware o productos Avon por catálogo. Hoy, muchos de esos oficios desaparecieron, pero no debido al empuje de una economía moderna. En esa materia la revolución está raspada. Las cosas han cambiado "pero para peor", como diría Rosmery, una cartagenera que tuvo que eliminar su venta de comida por la matraca de la Guardia Nacional y la escasez de harina y aceite.

A nuestro entender, lo que provoca que humildes compatriotas desistan de buscar los churupitos por estas vías, es lo difícil que se ha puesto conseguir los insumos para hacer chicha, empanadas, tortas, tequeños, dulces, forros para tanques de poceta o gallinas de cerámica para poner los huevos. Ya ni a los raspaderos se les ve porque el hielo en panela no se consigue y el costo del carrito y la máquina para granizarlo pasó de un trancazo, de 5.000 bolívares a 40.000 del águila, como dirían los mexicanos.

Así las cosas, esta actividad que resolvió a tantos padres de familia, pasará a formar parte de los iconos de Caracas junto al amolador de cuchillos, el manisero, el caramelero del cine, el hombre-orquesta y el marchante "Turco", ese que vendía por cuotas lencería, pantaletas y medias de nylon en las oficinas ministeriales del centro.

Además de la poca capacidad de inversión y la escasez de materias primas para arrancar una modesta empresita, hay otra razón ligada al alma de la revolución. Ella es la falta de estímulo hacia el trabajo duro y constante. Acérquese a golpe de 10 de la mañana de cualquier día de semana a algún edificio de la Misión Vivienda y verá muchachos entre 15 y 25 años en shorts y enchancletados, conversando animadamente al lado de sus motos, cual si fuera un sábado o un domingo de agosto.

También observará a los más mayorcitos jugando la partidita de dominó con la respectiva fría al lado. Con vivienda gratis y la Bequita de la Misión, para qué diablos alguien se va a fajar a chambear de sol a sol. Con esos Hombres Nuevos no nos queda otra que decir, parafraseando la famosa novela de Hemingway, "Adiós al raspadero".

Vía Tal Cual

No comments:

Post a Comment