Laureano Márquez
7 Septiembre, 2012
Falta un mes, 30 días, una luna. Hoy es el séptimo día de septiembre, nombre que viene, a su vez, de séptimo, por ser el orden que este mes ocupaba en el calendario romano. Hoy, usualmente, es el día 250 del año (¡lo que suma siete!), aunque este año es el 251 por tratarse de un año bisiesto, años creados para corregir los errores de los otros años.Del simbolismo del 7 mucho se ha hablado: 7 los días de la semana, 7 los pecados capitales, 7 los sacramentos, 7 las notas musicales, 7 los brazos de la Menorá judía, 7 las maravillas del mundo, 7 los sabios de Grecia, 7 los chakras del cuerpo humano, 7 los colores del arco iris, 7 los dones del Espíritu Santo y hasta 7 los enanos. En la Biblia el 7 tiene un significado especial: Jesús nos dice que hay que perdonar hasta 70 veces 7, consejo que es prudente tener en cuenta. El caso es que, más allá de la numerología, hoy comienza la cuenta regresiva de este último mes que falta para una de las elecciones más esperadas y anheladas de nuestra historia política.
El dilema al cual se enfrenta Venezuela no es nuevo: está en nuestro sino, en la carta astral del país, desde la llamada “patria boba”, pasando por el “bochinche bochinche” de Miranda y el enfrentamiento entre Vargas y Carujo, sigue estando presente con inquietante y renovado dramatismo.Lo recoge Gallegos, en su obra Doña Bárbara, con aguda precisión: es la lucha entre la Venezuela del miedo, el abuso, la arbitrariedad y la Venezuela de la ley, el respeto y la civilización, en el más pleno sentido de la palabra, como sinónimo de civilidad, civismo, civil.
Es el dilema que está presente en nuestras instituciones políticas, pero también en la cotidianidad, en la calle, en cada semáforo en el que un abusador, exponente de esa ancestral barbarie, se salta a la torera toda norma y principio y encima te menta la madre y te agrede si le reclamas.
Falta un mes, falta un mes para que falten muchos meses de un camino que el país siempre ha querido recorrer, sin caudillos inspirados, sin restauradores, ni rehabilitadores de nada, sin hombres fuertes. Este camino tiene que ser cívico y ciudadano o no será.
Tiene que venir del alma o llegaremos a lo mismo de siempre. Tenemos que liberar las cadenas del espíritu para zafarnos de las cotidianas. Lo dijo con lucidez Andrés Eloy Blanco cuando se lanzaron al mar los grillos de la dictadura de Gómez en Puerto Cabello: “Hemos echado al mar los grillos de los pies.
Ahora vayamos a la escuela a quitarle a nuestro pueblo los grillos de la cabeza, porque la ignorancia es el camino de la tiranía”.
Falta un mes para ese momento que tan bien recoge Augusto Mijares en Los adolescentes cuando “…llega el día en que hasta el crédulo pueblo que canta cuando sufre y pone su esperanza en los billetes de lotería, se siente dolorido y avergonzado. El país no se conforma y cada vez con más frecuencia se oyen las palabras que han llegado a ser sediciosas: patria, decoro, libertad, honradez… Y por último la pregunta que llega como un cauterio sobre una llaga, la pregunta angustiosa, apremiante, que llega a obsesionar a todos: ¿cómo salir de todo esto, cómo lo haremos, quién lo hará?” Respuesta: lo haremos todos, dentro de un mes, votando masivamente, sin miedo, con coraje cívico, en nombre de tantos sueños y esperanzas largamente pospuestas.
Los 7 Arcángeles nos asistan e iluminen el camino.
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