Sunday, March 27, 2011

Cómo derrocar tiranías sin violencia

En: http://www.lapatilla.com/site/2011/03/27/como-derrocar-tiranias-sin-violencia/

Gene Sharp, un profesor octogenario cuyas investigaciones inspiraron a los líderes de la revuelta popular de Egipto, sostiene que la mejor manera de derrocar a una dictadura –sin importar lo violenta que esta sea– es a través de métodos pacíficos, dijo a El Nuevo Herald.
Y es que es contraproducente para las fuerzas democráticas de un país luchar dentro de un campo en el que las tiranías les llevan tanta ventaja, explicó Sharp, considerado alrededor del mundo como el “Clausewitz” de la guerra no violenta.
“Las dictaduras siempre tienen a su favor a la policía y a los ejércitos, mientras que la oposición normalmente es muy poco lo que tiene en estas áreas”, explicó Sharp en una entrevista telefónica.
“De manera que si se selecciona la lucha violenta, se está escogiendo un campo en el que el enemigo tiene más y mejores armas de las que uno tiene y eso carece de sentido”, sentenció.
Un levantamiento armado, como puede verse hoy en Libia, también suele acarrear el indeseable efecto secundario de generar un elevado número de muertos, y aún cuando el peligro es un componente intrínseco en todo intento por derrocar a una dictadura, históricamente, las insurrecciones no violentas han tendido a dejar menos bajas.
Sharp podría saber de lo que está hablando. El profesor emérito de Ciencias Políticas de la Universidad de Massachusetts y nominado al Premio Nobel lleva más de cuatro décadas estudiando la efectividad y el desarrollo de la lucha no violenta.
Su obra, compuesta por más de una decena de libros y ensayos, ha inspirado a varios movimientos de resistencia contra regímenes dictatoriales, entre ellos los de Serbia y Birmania, y más recientemente, los de Túnez y Egipto, cuyos líderes comentaron que una de las primeras tareas que asumieron fue difundir las enseñanzas del profesor.
Su libro más conocido, Desde la dictadura hasta la democracia, se lee como un manual para derrocar tiranías. Una versión abreviada del mismo, y otras de sus publicaciones, pueden ser bajadas gratuitamente de la página de internet de la organización que fundó, el Instituto Albert Einstein, para promover la lucha democrática a través de métodos no violentos.
La lucha no violenta descansa sobre un simple concepto: toda dictadura se apoya en la sumisión de los gobernados, ya sea voluntaria o involuntariamente. Y si ésta es retirada, el régimen no puede mantenerse de pie.
“Negarles a los dictadores la cooperación popular puede cortar el acceso a las fuentes de poder de las que dependen”, señaló Sharp. “Y si no tienen accesos a esos recursos, el poder de los gobernantes se debilita y finalmente se disuelve. El proceso a veces es rápido y otras lento. Pero sin estos recursos, el poder de los dictadores entra primero en un estado de parálisis y eventualmente muere por efecto de la inanición política”.
Ahora, esto es más fácil de decir que de ejecutar, admite Sharp. Las dictaduras normalmente tienen en su arsenal una gran variedad de armas para luchar contra las insurrecciones.
La más efectiva es la capacidad de generar miedo. De hecho, los regímenes dictatoriales concentran gran parte de sus esfuerzos generándolo, infundiendo temor entre sus gobernados sobre lo que les podría pasar si se rebelan.
Según Sharp, la pérdida del miedo fue una de las principales razones por las que el levantamiento popular de Egipto logró acabar con el régimen de Hosni Mubarak con tanta rapidez. El miedo sirve como el pegamento que mantiene cohesionadas todas las piezas de la estructura de poder, y “si la gente pierde el miedo, la dictadura entonces corre grandes peligros”.
Pero perder el miedo, en sí mismo, no es suficiente, advirtió Sharp.
Los líderes de la insurgencia popular deben entender bien que entran en un campo de batalla en desigualdad y que deben elaborar un plan maestro cortado a la medida del régimen que enfrentan.
Para ello es fundamental conocer bien los puntos fuertes y, sobre todo, las debilidades de los gobiernos a derrocar, de manera que puedan adoptar estrategias y ejecutar acciones no violentas para golpear al dictador en sus puntos más vulnerables.
“La gente tiene que realmente hacer su tarea [. . .]. Hay que pensar y planificar bien lo que se va a hacer”, enfatizó Sharp, y añadió que no hay una sola fórmula de pasos a seguir para derrocar una dictadura y que los opositores tienen que seleccionar cuidadosamente las estrategias que van a adoptar.
Sharp dijo que su instituto ha identificado unos 198 métodos diferentes de protesta no violentos, cuya lista está disponible en su página de internet, que han sido empleados con éxito en diversos movimientos alrededor del mundo. Pero ninguno de ellos funcionaría bien bajo toda ocasión.
Lo importante es seleccionar aquellas acciones que pudieran golpear mejor al dictador en sus áreas más débiles, siempre y cuando sus potenciales beneficios superen los costos de ejecutarla.
Asimismo, señaló que es sumamente importante que la gente entienda bien los fundamentos de la rebelión no violenta.
“Deben entender cómo funciona y por qué funciona de manera que puedan seleccionar bien los objetivos”, manifestó.
Estos conceptos son explicados a profundidad en las obras disponibles a través del instituto, algunas de las cuales tienen más de 900 páginas, dijo.
Los líderes de estos movimientos también deben estar en capacidad de pensar estratégicamente, y ajustar el juego en pleno desarrollo en la medida que la lucha vaya cambiando.
Lamentablemente, esto conlleva la contemplación de escenarios muy difíciles, comentó Sharp, quien precisó que los líderes deben estar en condiciones de saber los pasos que adoptarían, por ejemplo, si el dictador decide usar las armas contra los manifestantes, dejando en la calle un elevado número de muertos.
La coordinación y la organización entre los diferentes grupos también es importante, aunque estas no siempre están presentes desde un inicio, comentó.
Esta suele producirse y fortalecerse en la medida que van avanzando los acontecimientos, al tiempo que las rebeliones muchas veces se benefician de la organización interna de las diferentes agrupaciones de la sociedad civil no controlada por los dictadores, como es el caso de los sindicatos y los movimientos estudiantiles.
Sharp comentó que hay una serie de cosas que no pueden hacerse. Por ejemplo, la resistencia nunca puede dejar de lado el concepto de la no violencia.
Usar las armas, incluso cuando pragmáticamente tiene sentido, es contraproducente y fortalece al dictador debido a que realza cualquier justificación moral que puede tener para emplear la fuerza, y porque engendra un círculo vicioso de violencia difícil de extinguir, incluso si el dictador se va.
Segundo, la resistencia nunca debe aceptar la salida de un dictador a través de un golpe de Estado. En la mayoría de los casos, este tipo de acciones simplemente ha conducido al remplazo de una dictadura por otra. Hay excepciones, admite Sharp, pero nunca se sabe si el nuevo régimen terminará siendo peor que el que acaba de salir.
Al hablar sobre el tercer punto, señaló que es muy probable que durante los momentos más turbulentos del levantamiento popular el dictador, viéndose arrinconado, demuestre su disposición a negociar con la oposición.
Esta oferta nunca debe aceptarse, advierte.
“Es sólo una treta para ganar más tiempo a fin de desactivar la presión que ha estado acumulándose en su contra”, explicó.
Por último, recomendó no bajar la guardia después de que el dictador se va. Pasar demasiado tiempo celebrando podría ser peligroso ya que un descuido de la oposición en este crucial momento dejaría abierta la puerta abierta para que algún agente no democrático –ya sea el organismo de inteligencia del país o algún agente apoyado por intereses extranjeros– usurpe el poder.
“Este podría ser el momento más vulnerable de la lucha”, manifestó Gene Sharp. “En este tipo de empresa no se puede bajar la guardia”.

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