Es un hecho a la vista y consumado la invasión cubana, esa que indignos toleramos
RAFAEL MUCI-MENDOZA | EL UNIVERSAL
sábado 19 de marzo de 2011 12:00 AM
1993, Congreso Panamericano de Neurología, La Habana. "¿Y qué hacen ustedes cuando les viene la regla?", preguntó mi esposa a un grupo de médicas que nos rodeaban con mezcla de admiración e incredulidad. No, no éramos marcianos, veníamos de democracia plena. Una respondió, "tenemos trapitos que lavamos y reusamos. Mi marido es cirujano y distrae del pabellón algunas compresas que yo uso, ¡soy afortunada!". Lo mismo para el jabón, o desodorante, y no hablar de la comida. Era el "período especial", un agonizante lapso de crueldad exacerbada para doblegar aún más al cubano; es el mismo que ahora, solapadamente, sufrimos los venezolanos, "¡no hay toallas sanitarias!".
Tal vez sea el miedo cerval y la envidia a la mujer del macho revolucionario como aquel alcalde de frase original, según el cual había que desconfiar de ese animal que sangra cuatro días y no se muere. Y es que estando en dictadura, tan imbéciles, cobardes y conformistas que somos que no atisbamos el peligro. Pronto amaneceremos para obtener libreta de racionamiento.
Se me critica porque pedí mi jubilación en la UCV y abandono "espacios que serán ocupados por otros". ¿Cuáles espacios?, me pregunto, si es un hecho a la vista y consumado la invasión cubana, esa que indignos toleramos. Están en Miraflores, en el ejército, en la policía política, en los registros públicos, en la identificación, en varios ministerios y ahora formando una escuela paralela de medicina... Les grito y no me entienden, y aunque jubilado, estoy y estaré en mi puesto porque no he renunciado a ser profesor universitario, a mis pacientes del hospital, a mis alumnos.
Tiempo ha que somos un pueblo invadido y desangrado por el isleño parásito y no nos unimos para hacer lo que debemos hacer.
Tal vez sea el miedo cerval y la envidia a la mujer del macho revolucionario como aquel alcalde de frase original, según el cual había que desconfiar de ese animal que sangra cuatro días y no se muere. Y es que estando en dictadura, tan imbéciles, cobardes y conformistas que somos que no atisbamos el peligro. Pronto amaneceremos para obtener libreta de racionamiento.
Se me critica porque pedí mi jubilación en la UCV y abandono "espacios que serán ocupados por otros". ¿Cuáles espacios?, me pregunto, si es un hecho a la vista y consumado la invasión cubana, esa que indignos toleramos. Están en Miraflores, en el ejército, en la policía política, en los registros públicos, en la identificación, en varios ministerios y ahora formando una escuela paralela de medicina... Les grito y no me entienden, y aunque jubilado, estoy y estaré en mi puesto porque no he renunciado a ser profesor universitario, a mis pacientes del hospital, a mis alumnos.
Tiempo ha que somos un pueblo invadido y desangrado por el isleño parásito y no nos unimos para hacer lo que debemos hacer.
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