Temen a que la oposición, finalmente, la saque de jonrón desarrollando su propia diplomacia
ARGELIA RÍOS | EL UNIVERSAL
viernes 11 de marzo de 2011 12:00 AM
Las interrogantes están a la orden del día en el seno de la nomenclatura bolivariana. Es inútil el esfuerzo por enmascarar su intranquilidad. La defensa a Gadafi generará costos que nadie puede calcular aún. Chávez y su "proceso" se encuentran en la mira del radar mundial. Su postura frente a la matanza libia confirmó y reconfirmó muchas sospechas. El apoyo al sanguinario coronel ha desencajado hasta a la ultraizquierda internacional, que -a diferencia del líder del socialismo del siglo XXI- observa con entusiasmo las revueltas populares en el Medio Oriente, donde -obvio- mandan las transnacionales del petróleo y las economías más poderosas del planeta.
El globo entero tiene hoy muy presente el "detalle" que justamente incomoda al elenco de la V República: también aquéllas, las que hoy están bañadas de sangre, fueron en sus inicios revoluciones "bonitas", cuyos líderes devinieron en monstruos delirantes, dispuestos a asesinar en masa con tal de halagar sus vanidades... Es inevitable que la crisis de esos patios lejanos roce la codicia perpetuista del hiperlíder bolivariano, a quien la prensa más influyente del mundo -incluida la europea- enumera entre los repugnantes casos donde los valores y principios de Occidente han quedado vapuleados frente a sus intereses económicos.
Es cierto que las referencias acerca de Chávez son todavía tibias y rasantes; pero ya en sí mismas advierten el riesgo detectado por los estrategas rojos: el ventajismo electoral, con todas las reglas y mañas que involucra, conformará un clima internacional favorable a la oposición venezolana, uno de cuyos propósitos debe ser el diseño -desde ya y como tarea prioritaria- de una ambiciosa política exterior, orientada a aprovechar esta ocasión para la denuncia firme y sonora, en beneficio de la alternabilidad democrática.
El suspenso alrededor del desenlace del problema del Medio Oriente y las fuertes presiones de la prensa mundial, para que las grandes naciones armonicen sus acciones con sus supuestos principios democráticos, sería un perfecto telón de fondo en la procura de incrementar la vigilancia sobre el régimen venezolano: sobre su normativa electoral, además del costo que le significaría la comisión de lo que conocemos como "fraude continuado".
El énfasis crítico que la prensa internacional le está dando al derecho de los pueblos árabes a vivir en libertad y en democracia -siempre considerados un "lujo" exclusivo de naciones "civilizadas"- puede desplazarse perfectamente hacia el caso de las experiencias "peculiares" de América Latina, a la que también se mira con inferioridad de condiciones. A eso responde la intranquilidad de la granja bolivariana. Temen a que la oposición, finalmente, la saque de jonrón desarrollando su propia diplomacia.
El globo entero tiene hoy muy presente el "detalle" que justamente incomoda al elenco de la V República: también aquéllas, las que hoy están bañadas de sangre, fueron en sus inicios revoluciones "bonitas", cuyos líderes devinieron en monstruos delirantes, dispuestos a asesinar en masa con tal de halagar sus vanidades... Es inevitable que la crisis de esos patios lejanos roce la codicia perpetuista del hiperlíder bolivariano, a quien la prensa más influyente del mundo -incluida la europea- enumera entre los repugnantes casos donde los valores y principios de Occidente han quedado vapuleados frente a sus intereses económicos.
Es cierto que las referencias acerca de Chávez son todavía tibias y rasantes; pero ya en sí mismas advierten el riesgo detectado por los estrategas rojos: el ventajismo electoral, con todas las reglas y mañas que involucra, conformará un clima internacional favorable a la oposición venezolana, uno de cuyos propósitos debe ser el diseño -desde ya y como tarea prioritaria- de una ambiciosa política exterior, orientada a aprovechar esta ocasión para la denuncia firme y sonora, en beneficio de la alternabilidad democrática.
El suspenso alrededor del desenlace del problema del Medio Oriente y las fuertes presiones de la prensa mundial, para que las grandes naciones armonicen sus acciones con sus supuestos principios democráticos, sería un perfecto telón de fondo en la procura de incrementar la vigilancia sobre el régimen venezolano: sobre su normativa electoral, además del costo que le significaría la comisión de lo que conocemos como "fraude continuado".
El énfasis crítico que la prensa internacional le está dando al derecho de los pueblos árabes a vivir en libertad y en democracia -siempre considerados un "lujo" exclusivo de naciones "civilizadas"- puede desplazarse perfectamente hacia el caso de las experiencias "peculiares" de América Latina, a la que también se mira con inferioridad de condiciones. A eso responde la intranquilidad de la granja bolivariana. Temen a que la oposición, finalmente, la saque de jonrón desarrollando su propia diplomacia.
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