Friday, March 18, 2011

Heroínas del pueblo

En: http://opinion.eluniversal.com/2011/03/18/rosalba-y-maigualida-dos-heroinas-de-pueblo.shtml

Rosalba y Maigualida dos heroínas de pueblo
JOSÉ MAYORA |  EL UNIVERSAL
viernes 18 de marzo de 2011  12:37 PM
El líder de la revolución ha restringido sus contactos con el pueblo a encuentros en espacios controlados donde no haya margen para la disidencia y el reclamo. Tal práctica, aunada a su talante soberbio, lo va alejando de los clamores populares. Por ello, y bajo las indicaciones de su mentor Fidel, Chávez, para avivar las esperanzas continuistas de la revolución, propició un encuentro a campo abierto donde se dificultaba garantizar el guión de la conversación.

Este inolvidable episodio ocurrió en el barrio Blandín, sitio escogido para el baño de pueblo. El comandante nunca se imaginó que se toparía con Rosalba y Maigualida dos mujeres con vocación de heroínas, de temple y sin miedo de hablar en público, que le hicieron pasar un mal rato al otrora todopoderoso comandante.

Las damas de marras, que se han tomado muy en serio el asunto de la democracia participativa, le comunicaron al líder su indignación y malestar, que no le tienen miedo y que basta de amenazar con obras que no se realizan. Rosalba y Maigualida no formaban parte del guión que suele tenerse preparado para hablar de las bondades del régimen. Rosalba y Maigualida muy posiblemente nunca serán seleccionadas para una cuña que publicite los éxitos de la revolución. Ellas son voceras espontáneas del fracaso del proceso.

Rosalba, revolucionaria y Maigualida, ciudadana anónima, tenían muy claro que las oportunidades las pintan calvas, que la culebra se mata por la cabeza, que no tienen confianza en aquellos a quienes les corresponde resolver las desgracias populares.

Rosalba reclamó su vivienda digna, acusó a Jacqueline Farías y la llamaron irresponsable. Maigualida se paró encima de una zanja, visible sólo dentro del barrio.

Sin duda que lo más significativo del encuentro fue la manera como Maigualida le habló al Presidente. Plantada con coraje y decisión, no tuvo empacho para dirigirse al intolerante mandatario de manera contundente, retadora, en oportunidades incrédula y cortante, estilo que, por razones obvias, nunca usaría ninguno de sus seguidores.

Maigualida no se enganchó con el discurso manipuladoramente ideológico de los ricos que construyen bien, que se cogieron los terrenos, que tienen campos de golf. No, nuestra valiente dama le dijo al Presidente que ella se arropaba hasta donde le alcanzara la cobija.

Fiel a su costumbre de evadir los temas incómodos, el líder comenzó a mencionar todo lo que están haciendo por resolver los problemas que en doce años de revolución no se han resuelto. Usó el expediente manipulador del amor a los niños escudándose detrás de Jennifer, hija menor de Maigualida.

La líder hizo caso omiso de estos ardides y arremetió nuevamente pidiendo respuestas, soluciones y poniendo fecha, el martes de la semana entrante, para que resuelvan el problema de la comunidad, en cuya solución ella no considera mudarse del barrio.

Las damas mencionadas le hicieron a Chávez lo que él se niega hacer con los malandros, lo desarmaron. No tenía respuestas, no pudo imponerse por la fuerza de su verbo y la unilateralidad de sus órdenes. Pretendió, sin éxito, achacarle los males a sus seguidores. Al dueño de Venezuela, como lo llamó Maigualida, no le dejaron margen para la defensa, porque frente a la peligrosa verdad, no hay manera de defenderse.

Una de las conclusiones de este evento es que el pueblo soberano le perdió el miedo, la credibilidad y el respeto al líder de la revolución.

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