MIGUEL BAHACHILLE M. | EL UNIVERSAL
lunes 21 de marzo de 2011 05:55 PM
Mientras el régimen comulgue con la tesis según la cual producir más a menos costo y mayor rapidez no es la fórmula adecuada para instituir felicidad, equidad y mejor calidad de vida, la industria privada estará impedida ejercer el papel de coadyuvante del desarrollo. La inquina del Gobierno contra particulares como demostración de poder y no ceder ante providencias de factores económicos ajenos lo ha imposibilitado. Ello es ignorar la influencia del capitalismo en la subsistencia diaria de los pueblos así como su expansión necesaria sobre todo desde la posguerra. Quiérase o no, el libre comercio es un componente ineluctable en la política de casi todos los países del mundo.
Su impacto económico, ahora más documentado que hace 2 décadas, es admitido por la mayoría, con sus fallas y matices, como el avío de desarrollo más eficaz. Abarca la movilización y búsqueda de materias primas, balances de pagos, creación de empleos, repatriación de dividendos y utilidades, migración de talento corporativo e individual, especulación con monedas y oro, y, en cierto modo, repartición de los mercados mundiales. Todo lo demás es utopía.
¿Cómo encaja Venezuela en ese contexto? So pretexto de imponer una revolución que sólo revoluciona la corrupción, el sistema productivo del país ha colapsado a niveles que no podrán solventarse a corto plazo aunque el precio del barril de petróleo alcance los 200 dólares. No es cuestión de "caudales" sino de ideología y eficacia administrativa. Por ejemplo, las compras de Venezuela al exterior entre 2003 y 2010 se han cuadruplicado. Veamos:
1-Las ventas de Venezuela a Colombia bajaron 75% en lo que va de año. ¿Qué vamos a exportar si el sistema productivo está en ruinas? Gracias a la eficiencia productiva de ese vecino y de Brasil podemos abastecernos de productos básicos como verduras, frutas, granos, leche y ganadería en general y, además, gas.
Ahora, por mampuesto, el Ejecutivo ha resuelto que diferentes cuerpos públicos podrán realizar a su buen entender importaciones exoneradas del impuesto respectivo. En otras palabras: rebatiña y rienda suelta a la corrupción. ¿No es acaso el sistema impositivo la base del Estado para implementar la distribución equitativa de la riqueza? A más producción, mayor recaudación de impuestos.
2-La venta de vehículos en los 2 primeros meses de año se ha reducido en 8,2%. Cualquiera concluiría con cierta lógica que ese renglón en nada modifica la ordenación económica del país. Sin embargo no puede desecharse la apreciable suma de mano de obra que genera esa industria. Por otra parte el país se colma de vehículos viejos, casi chatarras, que además de requerir de frecuente demanda de repuestos generan mayor consumo de combustible a la vez que contaminan el ambiente con emanaciones de monóxido de carbono.
3-El ministro de Turismo obliga a la banca a elevar su cartera de crédito para este renglón de 1,5 a 3%, con el fin de estimular el turismo interno como si con ello bastara. Todas las acciones del régimen son de cisura punible. El ministro omite las condiciones desastrosas de las vías de comunicación, seguridad, transporte, infraestructura, red hotelera, atención adecuada, respeto a la propiedad, precios acordes con la situación económica de cada usuario, entre muchas.
Estos son apenas 3 ejemplos de la secuela del propósito destructivo revolucionario que atenta no sólo contra la lógica del desarrollo global sino contra el bienestar del más humilde de los venezolanos. Cifras del Banco Central señalan que la producción en 10 de las 16 áreas en que se divide la industria privada está por debajo de la alcanzada en 1997. La producción industrial total está en su nivel más bajo desde 2005. El desastre inducido en la industria de la construcción es la mejor revelación de la boruca mental de quienes se erigen conductores sociales. ¿Es acaso con leyes punitivas cómo pueden levantarse las casitas? No se hace otra cosa porque el equipo gubernamental no estaba ni está preparado para conducir al país.
Su impacto económico, ahora más documentado que hace 2 décadas, es admitido por la mayoría, con sus fallas y matices, como el avío de desarrollo más eficaz. Abarca la movilización y búsqueda de materias primas, balances de pagos, creación de empleos, repatriación de dividendos y utilidades, migración de talento corporativo e individual, especulación con monedas y oro, y, en cierto modo, repartición de los mercados mundiales. Todo lo demás es utopía.
¿Cómo encaja Venezuela en ese contexto? So pretexto de imponer una revolución que sólo revoluciona la corrupción, el sistema productivo del país ha colapsado a niveles que no podrán solventarse a corto plazo aunque el precio del barril de petróleo alcance los 200 dólares. No es cuestión de "caudales" sino de ideología y eficacia administrativa. Por ejemplo, las compras de Venezuela al exterior entre 2003 y 2010 se han cuadruplicado. Veamos:
1-Las ventas de Venezuela a Colombia bajaron 75% en lo que va de año. ¿Qué vamos a exportar si el sistema productivo está en ruinas? Gracias a la eficiencia productiva de ese vecino y de Brasil podemos abastecernos de productos básicos como verduras, frutas, granos, leche y ganadería en general y, además, gas.
Ahora, por mampuesto, el Ejecutivo ha resuelto que diferentes cuerpos públicos podrán realizar a su buen entender importaciones exoneradas del impuesto respectivo. En otras palabras: rebatiña y rienda suelta a la corrupción. ¿No es acaso el sistema impositivo la base del Estado para implementar la distribución equitativa de la riqueza? A más producción, mayor recaudación de impuestos.
2-La venta de vehículos en los 2 primeros meses de año se ha reducido en 8,2%. Cualquiera concluiría con cierta lógica que ese renglón en nada modifica la ordenación económica del país. Sin embargo no puede desecharse la apreciable suma de mano de obra que genera esa industria. Por otra parte el país se colma de vehículos viejos, casi chatarras, que además de requerir de frecuente demanda de repuestos generan mayor consumo de combustible a la vez que contaminan el ambiente con emanaciones de monóxido de carbono.
3-El ministro de Turismo obliga a la banca a elevar su cartera de crédito para este renglón de 1,5 a 3%, con el fin de estimular el turismo interno como si con ello bastara. Todas las acciones del régimen son de cisura punible. El ministro omite las condiciones desastrosas de las vías de comunicación, seguridad, transporte, infraestructura, red hotelera, atención adecuada, respeto a la propiedad, precios acordes con la situación económica de cada usuario, entre muchas.
Estos son apenas 3 ejemplos de la secuela del propósito destructivo revolucionario que atenta no sólo contra la lógica del desarrollo global sino contra el bienestar del más humilde de los venezolanos. Cifras del Banco Central señalan que la producción en 10 de las 16 áreas en que se divide la industria privada está por debajo de la alcanzada en 1997. La producción industrial total está en su nivel más bajo desde 2005. El desastre inducido en la industria de la construcción es la mejor revelación de la boruca mental de quienes se erigen conductores sociales. ¿Es acaso con leyes punitivas cómo pueden levantarse las casitas? No se hace otra cosa porque el equipo gubernamental no estaba ni está preparado para conducir al país.
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