En: http://www.hacer.org/latam/?p=7396
General Carlos Peñaloza
En la Gaceta Oficial del martes pasado aparece una reforma de la Ley de la Fuerza Armada Nacional que cambia totalmente el panorama político, al dotar al Presidente del instrumento eficaz para “corregir” cualquier “error” de los electores.
El efecto sorpresa explica que los diputados de la Oposición y el liderazgo partidista no hayan reaccionado ante una determinante modificación de la Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional (LOFAN) aparecida en Gaceta Oficial el martes pasado. Se trata de una reforma que toca a la estructura de la sociedad venezolana y cambia totalmente la perspectiva política que se ha venido manejando. Por supuesto, un tema absolutamente prioritario para comisiones parlamentarias como las responsables de la Constitución y de la Fuerza Armada. Igualmente para legítimas representaciones políticas como la Unidad Democrática, cuya finalidad electoral pudiera quedar nulificada por la reforma legal que estoy señalando. Deben ellos atender con presteza lo que el martes pasado Chávez publicó en la Gaceta Oficial: una nueva enmienda de la Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional (LOFAN).
Según el texto, la reforma busca “lograr la mayor eficacia política y calidad revolucionaria en la construcción del socialismo”. O sea, que no se busca mejorar la operatividad del componente armado. Se dice expresamente que la milicia tiene la finalidad de maximizar la fuerza y eficacia política del ciudadano que está en el poder, con miras a una modificación estructural de la sociedad. No menciona que esta idea es rechazada por la mayoría de los ciudadanos, que según todas las encuestas se oponen al establecimiento de un modelo socialista. Ese modelo contraría los objetivos nacionales marcados en la Constitución. Por lo tanto es ilegal.
Es desconcertante leer en la Gaceta Oficial que la minoría gobernante anuncia su decisión de armarse para imponer su voluntad a la mayoría. Según Chávez, “En todos los barrios de Venezuela se deben formar batallones de milicia, con el objetivo de evitar que vuelvan a ocurrir situaciones negativas causadas por la oligarquía…Nosotros estamos obligados a triunfar en todas las misiones bolivarianas”. Esto implica que Chávez se auto autorizó a crear miles de batallones que sembraran terror en los barrios entre quienes no coincidan con su proyecto castrista.
Nos preguntamos: ¿A qué situaciones negativas se refiere Chávez? ¿Qué es para él una misión “bolivariana” y qué debe hacer la milicia si Chávez no triunfa en alguna de esas misiones? Un ejemplo clásico de no-triunfo sería que el castro-chavismo perdiera las elecciones del 2012. En ese caso, ¿intervendría la milicia, porque según Chávez ella tiene por finalidad la obligación de hacerle triunfar? ¿Serían las milicias el instrumento para “corregir” la decisión de los ciudadanos electores?
Según la Constitución, los militares, si bien pueden votar, no deben tener filiación política, que es precisamente lo que se les impone en la Gaceta Oficial del pasado martes 22 de marzo de 2011. Es claro que esa decisión desconoce la Constitución. La exposición de motivos lo admite expresamente cuando dice que la medida busca “la refundación de la nación venezolana”. Luego no es una medida militar, sino política, para ejecutar la cual se crea una organización armada que no es militar. Por un acto de prestidigitación el Gobierno crea un nuevo ejército que no tiene las limitaciones naturales universalmente aplicadas a los militares, y específicamente en la Constitución venezolana.
La reforma del martes incluye en su artículo 5 el lema “Patria o Muerte” y crea la figura de oficiales de tropa y de milicia. La existencia de oficiales de milicia es necesaria. Lo problemático es que el artículo 80 de la reforma establece que “El personal militar en todos los grados y jerarquías está subordinado al oficial que ostente el mando”. Como los altos mandos se designan por decisión exclusiva del Presidente, es posible que un oficial de reserva comande a oficiales y tropas activas, si el presidente lo desea. Cualquiera puede ser oficial de las milicias, de manera que pronto tendremos a milicianos, cuadros políticos del castrismo e incluso a extranjeros con altos grados, dando órdenes en las unidades de línea porque “ostentan mando” por orden presidencial.
No se disimula que la meta es reemplazar las viejas FAN por las milicias. Mediante ellas se militarizará al país y se controlará todo. Venezuela pasaría a ser un estado-cuartel, donde todo el mundo sería un miliciano obligado a cumplir órdenes de La Habana. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Hasta dónde será eficaz amedrentar a los ciudadanos?.
Es oportuno recordar que el castrismo, más que movimiento político, es una tendencia militar de naturaleza comunista. El objetivo es convertir a Hispanoamérica en un estado-cuartel comandado por Fidel Castro respaldado con la chequera petrolera veneazolana. Ese modelo se ha tratado de introducir en Venezuela politizando a las Fuerzas Armadas y poniéndolas al servicio de ese proyecto político.
Indispensable para el triunfo de Fidel Castro en Venezuela es convertir las armas de la república en instrumento intimidatorio para someter a los ciudadanos. Fidel y Chávez tratan de asegurarse de que, a sus órdenes, los militares actuarán para intimidar a los ciudadanos comunes, a quienes nos considera unos cobardes. La disuasión le ha funcionado parcialmente hasta ahora. Pero está en la experiencia castrense y lo registran los textos de nuestro oficio militar, que la disuasión no funciona cuando se tocan los intereses fundamentales de un conglomerado social. Entonces se producen reacciones sociales que desbordan el uso de la fuerza, como ocurre en el Medio Oriente. Si Chávez usa las milicias para tratar de torcer la voluntad popular, se produciría una reacción violenta del pueblo. Sería lamentable que los militares quedaran alelados en medio de ese choque o que actuaran contra su gente. Si Chávez es inteligente puede evitar que eso ocurra simplemente aceptando la decisión popular.
Fuente: Noticiero Digital (Venezuela)
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