THAYS PEÑALVER | EL UNIVERSAL
jueves 17 de marzo de 2011 04:31 PM
Desde que el primer tsunami fue conocido por Latinoamérica en 1992 cuando olas devastadoras impactaron sobre Nicaragua, pasando por otras gigantescas que arrasaron a Japón, Indonesia, Sri Lanka, India y Tailandia ningún tsunami ha sido tan devastador como el tsunami revolucionario. Este último logró más muertos por arma de fuego, que la suma de lo que lograra la naturaleza en 17 países. Hoy, después de 11 años vivimos en una permanente crisis humanitaria, que ha traído médicos extranjeros para asistirnos, pero a diferencia de las tragedias naturales, estos no se van y a esa ayuda "desinteresada" debemos pagarla en "dólares fuertes" a tal punto que este año les estaremos dando 3.650 millones de dólares, más que el presupuesto correspondiente a la salud venezolana.
Como en toda tragedia, a la nuestra más de 10 países han "sumado sus esfuerzos" para construir 2 millones de viviendas a los afectados. Este generoso esfuerzo se le pagará a los chinos, cubanos, bielorrusos, brasileños, turcos, uruguayos, argentinos, iraníes y rusos con los siempre bien recibidos "dólares petroleros" bajo la mirada complaciente de los revolucionarios, incapaces de pegar un ladrillo. Y de la misma manera en esta tragedia humanitaria, los extranjeros nos proporcionan también la comida pues los campos venezolanos y la ganadería quedaron aniquilados por el devastador tsunami.
Mientras tanto, los venezolanos vivimos horrorizados en nuestro "Chernobil tropical" esperando que de un momento a otro desde la planta nuclear de Miraflores nos pongan a todos en orbita cualquier domingo o en cualquier cadena. Tampoco sabemos si lograrán enfriarse los reactores del Ministerio de Finanzas, donde se juega lo poco que queda de nuestra economía.
Lamento la comparación en esta hora aciaga de los japoneses, pero es que hay pueblos, cuya única riqueza es su inmensa capacidad de lucha, el respeto al trabajo y afán de progreso y superación. Japón superó 2 bombas atómicas, cuatro accidentes en sus plantas nucleares, así como superará estos nuevos también. Japón se ha reconstruido por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial virtualmente desde las cenizas de sus casas de madera, pero lo hicieron incluso contra la radiación atómica, 21 terremotos mayores, 14 erupciones volcánicas, 12 tifones y tres tsunamis, contra las pandemias de los cerdos, los equinos y las aves, mientras del otro lado del mundo, Venezuela todavía conserva las heridas de una inundación. Por eso hay pueblos que han caído no una sino varias veces y siempre se han levantado con la frente en alto, son pueblos que cuentan solo con sus manos para levantar a sus países sin ninguna riqueza en sus suelos y que solamente reciben una bolsa de comida, cuando la naturaleza les hace una mala pasada, porque no conciben la prebenda y el regalo como un modo de ganarse la vida, por eso básicamente es por lo que surgen en el concierto de las naciones entre las más prósperas, civilizadas y con una inmensa dignidad.
Pido una oración por el noble y sufrido, pero orgulloso pueblo de Japón. Que Dios Todopoderoso les de fortaleza para afrontar esta nueva tragedia, de la que seguramente surgirán más unidos en el esfuerzo y en su amor por el trabajo. Para mi país pido una reflexión: hay pueblos que son arrasados por la fuerza de la naturaleza, de eso nadie puede escapar, pero hay países que se dejan arrastrar por la destructiva fuerza de la "naturaleza humana", solo que contra el yugo de un dictador tercermundista y sus deseos enfermos de perpetuidad en el poder, sí se puede luchar.
Como en toda tragedia, a la nuestra más de 10 países han "sumado sus esfuerzos" para construir 2 millones de viviendas a los afectados. Este generoso esfuerzo se le pagará a los chinos, cubanos, bielorrusos, brasileños, turcos, uruguayos, argentinos, iraníes y rusos con los siempre bien recibidos "dólares petroleros" bajo la mirada complaciente de los revolucionarios, incapaces de pegar un ladrillo. Y de la misma manera en esta tragedia humanitaria, los extranjeros nos proporcionan también la comida pues los campos venezolanos y la ganadería quedaron aniquilados por el devastador tsunami.
Mientras tanto, los venezolanos vivimos horrorizados en nuestro "Chernobil tropical" esperando que de un momento a otro desde la planta nuclear de Miraflores nos pongan a todos en orbita cualquier domingo o en cualquier cadena. Tampoco sabemos si lograrán enfriarse los reactores del Ministerio de Finanzas, donde se juega lo poco que queda de nuestra economía.
Lamento la comparación en esta hora aciaga de los japoneses, pero es que hay pueblos, cuya única riqueza es su inmensa capacidad de lucha, el respeto al trabajo y afán de progreso y superación. Japón superó 2 bombas atómicas, cuatro accidentes en sus plantas nucleares, así como superará estos nuevos también. Japón se ha reconstruido por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial virtualmente desde las cenizas de sus casas de madera, pero lo hicieron incluso contra la radiación atómica, 21 terremotos mayores, 14 erupciones volcánicas, 12 tifones y tres tsunamis, contra las pandemias de los cerdos, los equinos y las aves, mientras del otro lado del mundo, Venezuela todavía conserva las heridas de una inundación. Por eso hay pueblos que han caído no una sino varias veces y siempre se han levantado con la frente en alto, son pueblos que cuentan solo con sus manos para levantar a sus países sin ninguna riqueza en sus suelos y que solamente reciben una bolsa de comida, cuando la naturaleza les hace una mala pasada, porque no conciben la prebenda y el regalo como un modo de ganarse la vida, por eso básicamente es por lo que surgen en el concierto de las naciones entre las más prósperas, civilizadas y con una inmensa dignidad.
Pido una oración por el noble y sufrido, pero orgulloso pueblo de Japón. Que Dios Todopoderoso les de fortaleza para afrontar esta nueva tragedia, de la que seguramente surgirán más unidos en el esfuerzo y en su amor por el trabajo. Para mi país pido una reflexión: hay pueblos que son arrasados por la fuerza de la naturaleza, de eso nadie puede escapar, pero hay países que se dejan arrastrar por la destructiva fuerza de la "naturaleza humana", solo que contra el yugo de un dictador tercermundista y sus deseos enfermos de perpetuidad en el poder, sí se puede luchar.
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