Queda el sabor de la insatisfacción por los que permanecen en prisión o en exilio forzado
ALBERTO ARTEAGA SÁNCHEZ | EL UNIVERSAL
miércoles 16 de marzo de 2011 12:00 AM
La huelga de hambre estudiantil y las manifestaciones de los trabajadores de Guayana nos sugieren algunas reflexiones:
1. La protesta pacífica y solidaria ha puesto en evidencia la necesidad de tomar conciencia del reclamo por nuestros derechos, conculcados frecuentemente por quienes detentan el poder.
2. El objetivo perseguido era claro: la libertad de los presos políticos, cuya realidad -hasta ahora- había sido negada sistemáticamente bajo el deleznable argumento de los "políticos presos" y el cese de la persecución por acciones de reivindicación laboral. Sin embargo, ha debido precisarse lo que se quería, comenzando por el término libertad: ¿se trataba de la libertad de los sometidos a proceso, con derecho a ello en razón de la presunción de inocencia?; ¿se trataba de dar cumplimiento a los trámites burocráticos para acordar medidas alternas a las penas privativas de libertad?; ¿se ha tratado simplemente de atenuar las consecuencias de medidas judiciales sin que resultasen afectados los procesos en curso?; ¿se trataba de mejorar las condiciones infrahumanas que padecen algunos condenados?
3. Los resultados deben ser analizados con cuidado, sin caer en manifestaciones injustificadas de euforia, ni en la descalificación de los logros alcanzados. Sin duda, el simple hecho de salir del infierno carcelario o de la presión ejercida por una medida de "casa por cárcel" produce natural complacencia, máxime en la realidad de un sistema en el cual la prisión preventiva es una pena anticipada, las prisiones son depósitos para desechos humanos y los procesos son interminables por la implacable "ley del diferimiento". Pero, no podemos celebrar una liberación a medias, ni el sometimiento a la presentación cada 15 días ante un tribunal, ni la prohibición inconstitucional de declarar a los medios sobre el caso, todo lo cual impone elevar una nueva protesta por tamaño atropello, mayormente si a ello se une la radicación del juicio fuera de la jurisdicción natural con todas las cargas que ello implica. Por lo demás, el cumplimiento a destiempo de la entrega de informes que habrían permitido las medidas de libertad solo puede ser censurado, así como no podemos dejar de lado que todos estos procesos carecen de justificación por tratarse del ejercicio de derechos o del cobro de facturas políticas.
4. Lo ocurrido nos deja el sabor de la insatisfacción por los que permanecen en prisión o en exilio forzado, sin justificación alguna o con la sola justificación de que su liberación no puede sobreponerse a términos políticos establecidos.
5. El derecho no carece de medios para resolver estas situaciones extremas. Evidentemente, en determinados momentos históricos se impone la reconciliación y la corrección de fallas judiciales evidentes que solo se explican por motivaciones ajenas a la justicia. Por ello, ante estas migajas de justicia, ha debido recurrirse a las soluciones extraordinarias del indulto o de la amnistía sin forzar la ley, hasta el extremo de que quede en evidencia que ésta, torcida, tiene el poder de torcer a los hombres, como decía Francis Bacon.
1. La protesta pacífica y solidaria ha puesto en evidencia la necesidad de tomar conciencia del reclamo por nuestros derechos, conculcados frecuentemente por quienes detentan el poder.
2. El objetivo perseguido era claro: la libertad de los presos políticos, cuya realidad -hasta ahora- había sido negada sistemáticamente bajo el deleznable argumento de los "políticos presos" y el cese de la persecución por acciones de reivindicación laboral. Sin embargo, ha debido precisarse lo que se quería, comenzando por el término libertad: ¿se trataba de la libertad de los sometidos a proceso, con derecho a ello en razón de la presunción de inocencia?; ¿se trataba de dar cumplimiento a los trámites burocráticos para acordar medidas alternas a las penas privativas de libertad?; ¿se ha tratado simplemente de atenuar las consecuencias de medidas judiciales sin que resultasen afectados los procesos en curso?; ¿se trataba de mejorar las condiciones infrahumanas que padecen algunos condenados?
3. Los resultados deben ser analizados con cuidado, sin caer en manifestaciones injustificadas de euforia, ni en la descalificación de los logros alcanzados. Sin duda, el simple hecho de salir del infierno carcelario o de la presión ejercida por una medida de "casa por cárcel" produce natural complacencia, máxime en la realidad de un sistema en el cual la prisión preventiva es una pena anticipada, las prisiones son depósitos para desechos humanos y los procesos son interminables por la implacable "ley del diferimiento". Pero, no podemos celebrar una liberación a medias, ni el sometimiento a la presentación cada 15 días ante un tribunal, ni la prohibición inconstitucional de declarar a los medios sobre el caso, todo lo cual impone elevar una nueva protesta por tamaño atropello, mayormente si a ello se une la radicación del juicio fuera de la jurisdicción natural con todas las cargas que ello implica. Por lo demás, el cumplimiento a destiempo de la entrega de informes que habrían permitido las medidas de libertad solo puede ser censurado, así como no podemos dejar de lado que todos estos procesos carecen de justificación por tratarse del ejercicio de derechos o del cobro de facturas políticas.
4. Lo ocurrido nos deja el sabor de la insatisfacción por los que permanecen en prisión o en exilio forzado, sin justificación alguna o con la sola justificación de que su liberación no puede sobreponerse a términos políticos establecidos.
5. El derecho no carece de medios para resolver estas situaciones extremas. Evidentemente, en determinados momentos históricos se impone la reconciliación y la corrección de fallas judiciales evidentes que solo se explican por motivaciones ajenas a la justicia. Por ello, ante estas migajas de justicia, ha debido recurrirse a las soluciones extraordinarias del indulto o de la amnistía sin forzar la ley, hasta el extremo de que quede en evidencia que ésta, torcida, tiene el poder de torcer a los hombres, como decía Francis Bacon.
No comments:
Post a Comment