FRANCISCO RIVERO VALERA | EL UNIVERSAL
viernes 11 de marzo de 2011 03:17 PM
La mejor propaganda antiChávez está en la calle, en las colas.
Las colas son la demostración del gran atraso e ineficiencia de este gobierno. Y las hay por todas partes como símbolo alarmante del subdesarrollo creciente en el país, por una sencilla razón: entre más colas, mayor subdesarrollo. O sea, subdesarrollo, ineficiencia y colas son la misma miasma.
El mejor ejemplo de este desmadre chavista son las colas de los servicios públicos. Denigrantes de la condición humana del venezolano. Ofensivas. Kilométricas. Rectas. Curvas. En la calle. A merced del hampa, del sol y de la lluvia. Y sociables, porque todo el mundo se interrelaciona para despotricar contra el gobierno. Como la cola que me tocó ayer para renovar la cédula. Fue en el mejor sitio del país, no había otro: en una jornada especial de cedulación de un consejo comunal en un barrio marginal; con la ambientación similar a la vista en algunos documentales de Burundi y Somalia en África, o en Cuba, con cubanos haciendo efectiva su tarjeta de racionamiento alimentario. De todas maneras fue un proceso de cedulación exitoso porque logré renovar mi cédula después de haber estado de pie en la calle, desde las 4 de la madrugada hasta las 2 y 45 de la tarde; en fila india, defendiendo mi puesto de los "coleados"; sin tomar ni agua, a pleno sol o, mejor dicho, a plena lluvia porque el tremendo palo de agua que se precipitó sobre la gente cambió totalmente la apariencia personal de tal manera que la fotografía final de la cédula parece corresponder a otra persona, recién salida del baño y del cólera. Con cara de mártir. Y, al final, después de compartir olores y empujones con una población circulante de unas 160 personas en un local de unos 25 o 30 metros cuadrados, salí lleno de felicidad con la cédula en la mano como un trofeo. Pero, la felicidad me duró poco al ver la fotografía de Chávez en la puerta del consejo comunal, con la irónica leyenda en rojo: Así es como se gobierna. Patria, socialismo o muerte. Aunque debería de decir: Muerte de la patria por el socialismo.
La misma historia se repite cuando se intenta obtener el pasaporte, el certificado médico para conducir, cancelar en CANTV, reclamos en energía eléctrica, operaciones bancarias en el Banco Industrial de Venezuela, cobrar la pensión del Seguro Social en los bancos Bicentenario y en todos los servicios del gobierno. Es el reflejo de la improvisación de un régimen que también maltrata a la población con jornadas de servicios, en cualquier lugar y tiempo, por carencia de centros apropiados de registro permanente. Estas son las cosas que hacen preguntar por el destino del billón de dólares que le han ingresado a este patético gobierno. Y por las nuevas obras que demuestren el desarrollo trascendental del país. Y por la felicidad, ¿o infelicidad?, del socialismo del siglo XXI. Y por la paciencia del venezolano en tolerar la violación de sus derechos humanos, a cambio de una condición humana denigrante.
Entonces, pregunto: ¿después de 12 años de desgobierno chavista, recibiendo más palo que una gata ladrona, con pésimos servicios, corrupción, inseguridad, crisis de vivienda, despilfarro de recursos y demás, usted cree que los venezolanos de mediana inteligencia piensan continuar con este desmadre comunista? Si la respuesta es NO, haga la cola para las elecciones del 2012, desde ahora y sin empujar. La cola ya está en la calle y es larga.
Las colas son la demostración del gran atraso e ineficiencia de este gobierno. Y las hay por todas partes como símbolo alarmante del subdesarrollo creciente en el país, por una sencilla razón: entre más colas, mayor subdesarrollo. O sea, subdesarrollo, ineficiencia y colas son la misma miasma.
El mejor ejemplo de este desmadre chavista son las colas de los servicios públicos. Denigrantes de la condición humana del venezolano. Ofensivas. Kilométricas. Rectas. Curvas. En la calle. A merced del hampa, del sol y de la lluvia. Y sociables, porque todo el mundo se interrelaciona para despotricar contra el gobierno. Como la cola que me tocó ayer para renovar la cédula. Fue en el mejor sitio del país, no había otro: en una jornada especial de cedulación de un consejo comunal en un barrio marginal; con la ambientación similar a la vista en algunos documentales de Burundi y Somalia en África, o en Cuba, con cubanos haciendo efectiva su tarjeta de racionamiento alimentario. De todas maneras fue un proceso de cedulación exitoso porque logré renovar mi cédula después de haber estado de pie en la calle, desde las 4 de la madrugada hasta las 2 y 45 de la tarde; en fila india, defendiendo mi puesto de los "coleados"; sin tomar ni agua, a pleno sol o, mejor dicho, a plena lluvia porque el tremendo palo de agua que se precipitó sobre la gente cambió totalmente la apariencia personal de tal manera que la fotografía final de la cédula parece corresponder a otra persona, recién salida del baño y del cólera. Con cara de mártir. Y, al final, después de compartir olores y empujones con una población circulante de unas 160 personas en un local de unos 25 o 30 metros cuadrados, salí lleno de felicidad con la cédula en la mano como un trofeo. Pero, la felicidad me duró poco al ver la fotografía de Chávez en la puerta del consejo comunal, con la irónica leyenda en rojo: Así es como se gobierna. Patria, socialismo o muerte. Aunque debería de decir: Muerte de la patria por el socialismo.
La misma historia se repite cuando se intenta obtener el pasaporte, el certificado médico para conducir, cancelar en CANTV, reclamos en energía eléctrica, operaciones bancarias en el Banco Industrial de Venezuela, cobrar la pensión del Seguro Social en los bancos Bicentenario y en todos los servicios del gobierno. Es el reflejo de la improvisación de un régimen que también maltrata a la población con jornadas de servicios, en cualquier lugar y tiempo, por carencia de centros apropiados de registro permanente. Estas son las cosas que hacen preguntar por el destino del billón de dólares que le han ingresado a este patético gobierno. Y por las nuevas obras que demuestren el desarrollo trascendental del país. Y por la felicidad, ¿o infelicidad?, del socialismo del siglo XXI. Y por la paciencia del venezolano en tolerar la violación de sus derechos humanos, a cambio de una condición humana denigrante.
Entonces, pregunto: ¿después de 12 años de desgobierno chavista, recibiendo más palo que una gata ladrona, con pésimos servicios, corrupción, inseguridad, crisis de vivienda, despilfarro de recursos y demás, usted cree que los venezolanos de mediana inteligencia piensan continuar con este desmadre comunista? Si la respuesta es NO, haga la cola para las elecciones del 2012, desde ahora y sin empujar. La cola ya está en la calle y es larga.
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