Se trata, en suma, de caimanes de un mismo pozo y su apoyo solidario a Gadafi lo realizan en su carácter de miembros del exclusivo poder de dictadores del mundo, con el deliberado interés de curarse en salud, por cuanto la suerte y el desenlace de la situación de Gadafi en Libia será un precedente muy importante para los pueblos cubano, nicaragüense y venezolano, en la oportunidad que decidan pedirle cuenta o exigir a Raúl Castro, Daniel Ortega y Hugo Chávez el inmediato abandono del poder en sus respectivos países.
De manera, pues, que el citado respaldo es parte de la propia vida de la permanencia en el poder por parte de Ortega en Nicaragua, Raúl Castro en Cuba y Chávez en Venezuela. Por tanto, no es la suerte del pueblo libio, la búsqueda de la paz o el empeño de evitar una guerra civil en Libia, lo que interesa a Chávez o a sus adláteres del ALBA, en su coreada política de mediación, sino su propia superviviencia como regímenes totalitarios en cada uno de sus países, donde un futuro similar a Gadafi les espera más temprano que tarde. Quien quiera ver que vea...
De seguidas el artículo de Ochoa Antich:
En: http://opinion.eluniversal.com/2011/03/06/hugo-chavez-y-muammar-gaddafi.shtml
FERNANDO OCHOA ANTICH | EL UNIVERSAL
domingo 6 de marzo de 2011 04:06 PM
Hugo Chávez insiste en engañar al pueblo venezolano. Está convencido, que puede mentir y mentir imaginándose que los venezolanos tienen mala memoria. No es tan fácil... Las nuevas generaciones han obtenido una importante formación académica en Venezuela y en el exterior para dedicarse con ahínco a realizar importantes investigaciones sobre nuestro pasado reciente. En estos días, al escuchar en una de sus interminables cadenas que no era posible, por una mínima lealtad con un amigo, aceptar las acusaciones que los medios de comunicación internacionales estaban difundiendo contra Muamar Gadafi, por haber ordenado el asesinato en masa de civiles indefensos que protestaban contra su gobierno, sentí verdadera indignación.
Un jefe de Estado no conduce las relaciones internacionales de su país en razón a ninguna amistad. Las medidas que considere tomar deben ser exclusivamente establecidas para salvaguardar los intereses de su país y de su pueblo. Definir alguna política que tome en cuenta circunstancias ideológicas, de amistad u otra razón que no sean esos intereses nacionales, es traición a la patria. Lo más sorprendente, es que Hugo Chávez piense que sus compatriotas no conocen su vergonzoso pasado de conspirador nacional e internacional. Son varios los libros que, con meridiana claridad, hablan de los compromisos entretejidos entre la conspiración militar y varios países extranjeros, de esos que la izquierda sedicente llaman revolucionarios, pero que en verdad son neofascistas.
Solo con leer varios libros que tuvieron, en su momento, importante difusión, uno queda convencido de esas vinculaciones. No es posible negar lo que dice, por ejemplo, el teniente coronel William Izarra en la entrevista que le hizo Alberto Garrido para su libro: Guerrilla y conspiración militar. Allí acepta haber empezado a conspirar desde 1973. Su primer contacto lo hizo con Douglas Bravo. En Harvard, enviado a estudiar injustamente por la República civil, preparó su proyecto político que se resume en pocas palabras: "Esto hay que cambiarlo y hay que hacerlo por la vía violenta. En ese tiempo hubo grandes logros: El más importante fue el contacto con Douglas Bravo, que a su vez me vinculó con sectores políticos y militares nacionales e internacionales"...
Sorpréndase, mi amable lector, los contactos internacionales eran nada más ni nada menos que permanentes viajes, durante sus vacaciones anuales, a Irak, a Cuba y a Libia. A este último país fue varias veces a entrevistarse con Muamar Gadafi y a recibir recursos económicos para la conspiración. Después creó la Alianza Revolucionaria de Militares Activos que, casi de inmediato, comenzó vinculaciones conspirativas con Hugo Chávez y su grupo. "Douglas me decía: "Tu debes contactar a José María". Después supe que ese era uno de los seudónimos de Hugo Chávez. Pero el contacto con Hugo lo hice a través de Luis Reyes Reyes. Nuestra relación fue de hermanos". Esa misma confesión me la hizo Efraín Visconti para mi libro, con los mismos detalles de los viajes.
La relación de Hugo Chávez con Muamar Gadafi surgió de un gran acuerdo ideológico celebrado hace varios años para establecer en Venezuela, con sus características propias, un régimen similar al de Libia. Los venezolanos no deben ser inocentes. Esa es la verdad. Lean con detenimiento el proyecto de Reforma Constitucional presentado por el chavismo, en 1987, para que se den cuenta de las similitudes que existen entre los dos regímenes. Es imposible olvidar que muchos de los fondos para la campaña electoral de 1998 provinieron del régimen de Gadafi. Sostener, como hizo Hugo Chávez, que las causas de la insurrección popular en Libia son las posibles apetencias imperiales de Estados Unidos por su petróleo, es falsear la realidad.
Las verdaderas razones son: el descontento popular ante la permanencia en el poder por más de cuarenta años de Muamar Gadafi; la creciente corrupción; el incremento de la pobreza; la destrucción de las fuerzas armadas profesionales y su reemplazo por una milicia ideologizada; y fundamentalmente por el genocidio contra la población civil. Aducir que no se condena ese régimen por no conocer los hechos que están ocurriendo en Libia es una gran hipocresía. Hugo Chávez propone una comisión de paz. Ojalá se pudiera negociar una solución pacífica, pero sea cual sea el método de solución de dicho conflicto la única condición inmodificable tiene que ser la salida del poder de Muamar Gadafi y su enjuiciamiento por la Corte Internacional de Justicia.
Un jefe de Estado no conduce las relaciones internacionales de su país en razón a ninguna amistad. Las medidas que considere tomar deben ser exclusivamente establecidas para salvaguardar los intereses de su país y de su pueblo. Definir alguna política que tome en cuenta circunstancias ideológicas, de amistad u otra razón que no sean esos intereses nacionales, es traición a la patria. Lo más sorprendente, es que Hugo Chávez piense que sus compatriotas no conocen su vergonzoso pasado de conspirador nacional e internacional. Son varios los libros que, con meridiana claridad, hablan de los compromisos entretejidos entre la conspiración militar y varios países extranjeros, de esos que la izquierda sedicente llaman revolucionarios, pero que en verdad son neofascistas.
Solo con leer varios libros que tuvieron, en su momento, importante difusión, uno queda convencido de esas vinculaciones. No es posible negar lo que dice, por ejemplo, el teniente coronel William Izarra en la entrevista que le hizo Alberto Garrido para su libro: Guerrilla y conspiración militar. Allí acepta haber empezado a conspirar desde 1973. Su primer contacto lo hizo con Douglas Bravo. En Harvard, enviado a estudiar injustamente por la República civil, preparó su proyecto político que se resume en pocas palabras: "Esto hay que cambiarlo y hay que hacerlo por la vía violenta. En ese tiempo hubo grandes logros: El más importante fue el contacto con Douglas Bravo, que a su vez me vinculó con sectores políticos y militares nacionales e internacionales"...
Sorpréndase, mi amable lector, los contactos internacionales eran nada más ni nada menos que permanentes viajes, durante sus vacaciones anuales, a Irak, a Cuba y a Libia. A este último país fue varias veces a entrevistarse con Muamar Gadafi y a recibir recursos económicos para la conspiración. Después creó la Alianza Revolucionaria de Militares Activos que, casi de inmediato, comenzó vinculaciones conspirativas con Hugo Chávez y su grupo. "Douglas me decía: "Tu debes contactar a José María". Después supe que ese era uno de los seudónimos de Hugo Chávez. Pero el contacto con Hugo lo hice a través de Luis Reyes Reyes. Nuestra relación fue de hermanos". Esa misma confesión me la hizo Efraín Visconti para mi libro, con los mismos detalles de los viajes.
La relación de Hugo Chávez con Muamar Gadafi surgió de un gran acuerdo ideológico celebrado hace varios años para establecer en Venezuela, con sus características propias, un régimen similar al de Libia. Los venezolanos no deben ser inocentes. Esa es la verdad. Lean con detenimiento el proyecto de Reforma Constitucional presentado por el chavismo, en 1987, para que se den cuenta de las similitudes que existen entre los dos regímenes. Es imposible olvidar que muchos de los fondos para la campaña electoral de 1998 provinieron del régimen de Gadafi. Sostener, como hizo Hugo Chávez, que las causas de la insurrección popular en Libia son las posibles apetencias imperiales de Estados Unidos por su petróleo, es falsear la realidad.
Las verdaderas razones son: el descontento popular ante la permanencia en el poder por más de cuarenta años de Muamar Gadafi; la creciente corrupción; el incremento de la pobreza; la destrucción de las fuerzas armadas profesionales y su reemplazo por una milicia ideologizada; y fundamentalmente por el genocidio contra la población civil. Aducir que no se condena ese régimen por no conocer los hechos que están ocurriendo en Libia es una gran hipocresía. Hugo Chávez propone una comisión de paz. Ojalá se pudiera negociar una solución pacífica, pero sea cual sea el método de solución de dicho conflicto la única condición inmodificable tiene que ser la salida del poder de Muamar Gadafi y su enjuiciamiento por la Corte Internacional de Justicia.
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