Debemos tener sentido de la realidad y de la naturaleza del adversario al cual nos enfrentamos
ERNESTO ALVARENGA | EL UNIVERSAL
miércoles 2 de marzo de 2011 12:00 AM
Las elecciones del 2012 se pueden catalogar como uno de los eventos más importantes de la historia reciente en nuestro país. Es fundamental que todos asumamos la trascendencia de esta elección, esto como elemento determinante en el diseño de la campaña y obviamente en la escogencia del candidato que tendrá como misión la reunificación de nuestro país. A diferencia de procesos electorales donde el sistema democrático establece normas y la campaña electoral se configura para sustituir un Gobierno por otro, en el 2012 confrontaremos toda una maquinaria estatal, de lo que se trata es de sustituir un modelo por otro.
Comenzamos el 2011, no solo con los poderes públicos confiscados por el régimen, la antigua Asamblea Nacional se despidió derogando la Constitución de la República mediante la implantación de una normativa jurídica ilegítima y absolutamente ilegal. En consecuencia, el candidato para la refundación de la República tiene la enorme responsabilidad de restablecer la vigencia de nuestra Constitución. La recomposición del sistema democrático, en su primera etapa, exige un modelo que trascienda las fronteras partidistas, capaz de unir a toda la disidencia democrática en una sola voz, que contenga a la MUD pero no se limite a ella.
La refundación de la República implica un período de transición que exige la no reelección de quien asuma la jefatura del Estado. Se debe poner fin al engaño, resentimiento y el odio, estimulados con premeditación entre los más pobres. En este escenario, con carácter de emergencia, se deben comenzar a curar las heridas de la pobreza y la injusticia social, es hora de ponerle fin a esa práctica macabra de traficar con la desgracia de los más necesitados. Quien conduzca la transición debe ser la voz de todos los venezolanos que hoy protestan en contra de los atropellos del régimen.
Lo que está en juego es el destino de la nación. Debemos tener sentido de la realidad y de la naturaleza del adversario al cual nos enfrentamos. Chávez se juega su permanencia en el poder, no tendrá ningún reparo en manipular toda la estructura del Estado a favor de su campaña. Lejos de desanimarnos, esto nos anima y obliga la consolidación de una estrategia honesta, fortalecida y verdaderamente unitaria.
Comenzamos el 2011, no solo con los poderes públicos confiscados por el régimen, la antigua Asamblea Nacional se despidió derogando la Constitución de la República mediante la implantación de una normativa jurídica ilegítima y absolutamente ilegal. En consecuencia, el candidato para la refundación de la República tiene la enorme responsabilidad de restablecer la vigencia de nuestra Constitución. La recomposición del sistema democrático, en su primera etapa, exige un modelo que trascienda las fronteras partidistas, capaz de unir a toda la disidencia democrática en una sola voz, que contenga a la MUD pero no se limite a ella.
La refundación de la República implica un período de transición que exige la no reelección de quien asuma la jefatura del Estado. Se debe poner fin al engaño, resentimiento y el odio, estimulados con premeditación entre los más pobres. En este escenario, con carácter de emergencia, se deben comenzar a curar las heridas de la pobreza y la injusticia social, es hora de ponerle fin a esa práctica macabra de traficar con la desgracia de los más necesitados. Quien conduzca la transición debe ser la voz de todos los venezolanos que hoy protestan en contra de los atropellos del régimen.
Lo que está en juego es el destino de la nación. Debemos tener sentido de la realidad y de la naturaleza del adversario al cual nos enfrentamos. Chávez se juega su permanencia en el poder, no tendrá ningún reparo en manipular toda la estructura del Estado a favor de su campaña. Lejos de desanimarnos, esto nos anima y obliga la consolidación de una estrategia honesta, fortalecida y verdaderamente unitaria.
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