En: http://www.lapatilla.com/site/2014/10/16/en-tiempos-de-incertidumbre-venezolanos-se-refugian-en-espiritismo-y-santeria/
Tabaco humeante, repicar de tambores, mucho aguardiente, velas,
bustos de vírgenes y santos católicos o africanos: es el ambiente en
Sorte, la montaña selvática epicentro de la creencia espiritista y
santera, en auge en Venezuela. AFP
Ubicado en el estado Yaracuy (oeste), Sorte es lugar de peregrinación
para espiritistas, santeros, comerciantes y curiosos de los cultos
autóctonos y afrocaribeños a figuras como caciques indios, santos
católicos o próceres libertadores.
Pero es el culto a la diosa María Lionza lo que origina que cada 12
de octubre -el día de la Resistencia Indígena en Venezuela- miles de
creyentes tributen su imagen india, representada en el cuerpo de una
mujer subida a una danta -símbolo de la abundancia de la naturaleza-
para que les provea de bienestar.
Su respeto y veneración en Venezuela es tal que una escultura hecha
en 1951 por Alejandro Colina se ubicó en la principal autopista de
Caracas, y se considera como parte del acervo cultural de la capital y
sus habitantes.
“María Lionza más que un mito o leyenda es un ser vivo, la madre de
la naturaleza. Es la diosa de la Montaña”, señala Carlos Raúl Moreno, un
médico integral y espiritista que viste una tradicional pañoleta del
culto y viaja desde hace más de 20 años a Sorte.
Tras décadas de permanecer opacadas por el catolicismo o el
evangelismo, la santería y el espiritismo viven un auge en Venezuela,
apoyándose en la necesidad de quienes buscan protección física o
prosperidad en una de las sociedad más violentas del mundo y sumida en
una crisis de inflación y escasez.
“En tiempos de incertidumbre se tiende a buscar el pensamiento mágico
como protector de los grandes vacíos”, explica a la AFP Mercedes Pulido
de Briceño, psicóloga social.
“Ahora hay mucho ‘new age’. Es el apoyo en elementos externos y creo que eso en parte evidencia la ausencia de rumbo”, agrega.
- Sincretismo autóctono -
El libro “De que vuelan, vuelan”, de la antropóloga Michaelle
Ascencio, indica que la religión de María Lionza -a la que el salsero
panameño Rubén Blades le dedicó un tema- “es de éxtasis (con trance o
posesión)” en la que “los dioses se posesionan del cuerpo del creyente”
para aconsejar o sanar.
Pero dentro del imaginario místico venezolano, la santería cubana de
origen africano ha crecido e impuesto los siete “orishas” o deidades
africanas (Obatalá, Orula, Shangó, Ogún, Eleguá, Ochún y Yemayá) como
las más poderosas.
A estas potencias se asocian sincréticamente imágenes católicas como
el Niño de Atocha o Santa Bárbara, que representan también a Eleguá y
Shangó.
Para Pulido de Briceño, la expansión de la santería -presente en
Venezuela y el Caribe desde la década de 1960- tiene mucho que ver “con
la presencia cubana, que ha sido una influencia” creando además un
vínculo con religiones que son “de grandes compromisos, que exigen mucha
lealtad a sus padrinos” o tutores espirituales.
A ello agrega que estos cultos han prosperado “por un modelaje” que
viene dado por “los elementos mágicos en el discurso oficial”.
Según Ascencio, la difusión de la santería -que apareció en la época
colonial en Cuba, a la par que el candomblé en Brasil- se debió “a la
emigración de sus devotos” desde la isla antillana hacia Miami en
Estados Unidos “huyendo del régimen castrista que prohibió los cultos en
la isla”.
- Falsos practicantes -
Sin embargo la expansión de la creencia religiosa afrocaribeña ha
promovido también la decadencia de algunos cultos, la comercialización y
la aparición de charlatanes y falsos practicantes en Sorte, afirman
varios “maestros” espiritistas.
“Las cosas han ido cambiando, y ahora es más espectáculo que esencia
viva del espiritismo”, advierte Moreno sobre los viajes a Sorte o el
llamado Baile en Candela, en el que decenas de “materias” (personas con
capacidad para invocar espíritus a sus cuerpos) danzan durante la
madrugada sobre carbones y brasas al rojo vivo, en una demostración
terrenal del poder de esos espíritus.
“Esto ahora es muy comercial. Ha decaído y nadie hace una ‘obra’ (un
rito de sanación) sin cobrar”, lamenta también Víctor Terán Ochoa, de 50
años, ataviado con un puñado de collares y protecciones místicas, e
iniciado en el espiritismo a los 8 años de edad.
Ese afán de negocios ha hecho que la entrada a Sorte esté precedida
por decenas de ventas ambulantes de collares, pulseras, rosarios
católicos, imágenes talladas y hasta camisas con nombres de deidades
africanas, por precios que oscilan entre 50 y 600 bolívares (de 4 a 50
dólares).
En cuanto a los ritos, una ‘velación’ que promete liberar de malas
energías a los creyentes puede costar unos 10.000 bolívares (alrededor
de 770 dólares). Llevar a cabo “trabajos” para resolver complejos
problemas personales o financieros puede costar decenas de miles de
bolívares.
Finalmente, “coronar” un santo de la religión yoruba para convertirse
en santero puede costar desde 35.000 hasta 120.000 bolívares (entre
2.700 y 9.200 dólares).
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