En: http://www.lapatilla.com/site/2014/10/14/damaso-jimenez-la-violencia-del-fracaso/
Dámaso Jiménez
Han pasado 2 semanas desde la trágica e intimidante muerte del
diputado Robert Serra y estamos seguros que la gran mayoría repudió no
solo esta tragedia contra el diputado y su asistente sino también la
desfachatez e insolencia de aquellos que descargan todo su odio y
arrogancia delictiva contra la vida de un ser humano.
Sin embargo no podemos dejar de referirnos a lo que nos ha dejado
estupefactos como ojo público de la gradería nacional en estos días de
incertidumbre como ha sido la falta de coherencia, juicio y sindéresis
de un gobierno que lastimosamente ha dejado al desnudo el gran fracaso
de la revolución como son los colectivos violentos. Maduro no ha tenido
el valor suficiente para enfrentar de forma seria y justa un incidente
de esta magnitud.
Enardecido, furibundo, el presidente comenzó primero por asegurarnos
que conocía los presuntos autores intelectuales del hecho, pero en la
medida que pasan los días existe la sensación de que todo va quedando en
el limbo. La historia no cuadra, no hay nombres y solo escuchamos los
mismos lugares comunes huecos de siempre, que si Uribe, el imperio, la
ultraderecha fascista o la oposición, sin dejar que sean los mismos
investigadores quienes realmente realicen el trabajo policial que
amerita un crimen de esta naturaleza.
Maduro le debe una contundente explicación al país sobre lo ocurrido
con Serra y con los muertos de Quinta Crespo antes que seguir
torpedeando el trabajo policial, anteponiendo las especulaciones y
politizando la muerte del diputado. Nadie se creyó tampoco que miembros
de grupos armados tan cercanos a personalidades del gobierno, como
revelaron decenas de fotografías, hayan sido acribillados de la noche a
la mañana como “una mafia de asesinos” según versiones del director del
CICPC y del ministro Rodríguez Torres.
¿Por qué después de “ajusticiado” Odreman el presidente demanda una
investigación? ¿Dónde están los detectives de nuestras actuales policías
de investigación? ¿En que se basan los ataques a unos colectivos que
ahora tildan de asesinos, cuando antes fueron figuras útiles para
generar terror y amedrentamiento contra los periodistas, los
estudiantes, los trabajadores y todos aquellos venezolanos afectados por
las arremetidas exageradas de quienes gozan del poder? ¿Por qué tardan
tanto en establecer el verdadero móvil del crimen contra Serra, cuando
uno de sus escoltas aparece señalado como participante en el hecho? ¿Si
fue por robo dónde está el dinero y las armas?
¿Por qué es ahora cuando Diosdado Cabello, Tareck El Aissami y Freddy
Bernal se sienten vulnerables luego de la muerte de 5 integrantes de
los colectivos armados y no cuando fueron asesinados 25 mil venezolanos
el año pasado, o inmediatamente después de la muerte de Mónica Spears y
su esposo, o ante los secuestros, los descuartizamientos, o el número de
muertes violentas ocurridas este mismo año contra cualquier venezolano
en la calle, víctimas horrorizadas del hampa desatada, las calles
oscuras y los cuadrantes inútiles?
Queda al descubierto que la palabra “colectivo” terminó siendo lo que
ya todos dábamos por hecho antes de la muerte de los 44 estudiantes y
la tortura de otros 400, una generalidad que utilizó el gobierno para
acomodar y darle medios, armas, dinero y poder a grupos armados capaces
de amedrentar y batirse a tiros contra todo aquel venezolano de
cualquier estrato social que reclamara derechos y se atreviera a
disentir del todopoderoso gobierno revolucionario. Lo que vivimos es la
violencia de todo este fracaso.
Quizás por eso Enzio Serrano Paéz explica que el vocablo “Pueblo” es
una emboscada semántica. Existe el pueblo trabajador chavista sin duda,
pero también un gran grupo armado que se autodenominó “pueblo” como una
certificación de algo intocable, ligado al hampa pero con aires de
heroicidad epopéyica, que se hicieron llamar a si mismos “patriotas
combatientes”, y a quienes le dieron poder para expropiar, ocupar y
arrebatar bajo la tutela del Estado, contra otro país sin derechos, sin
armas, sometido al escarnio público como traidores, cachorros del
imperio, burgueses apátridas y por lo tanto despojados y perseguidos por
su condición antirrevolucionaria o por disentir del castrocomunismo o
del gran fracaso de esta revolución.
El punto de giro de esta historia es que el gobierno ya no tiene como
financiar estos desobedientes grupos armados: no hay dinero, no hay
recursos.
El chavismo obtuvo 1.29 billones de dólares en ingresos y la mayor
parte de eso fue derrochado en un proyecto que colapsó, sin logros que
mostrar en materia de educación, salud, autopistas, ingeniería,
electrificación, viviendas, con una economía que se contrajo un 3% y
una hiperinflación de 64,3% este año y un 62,9% para el 2015, año que
luce completamente hipotecado y maniatado para nosotros, mientras el
resto de los países vecinos incluyendo Bolivia lograron crecimiento a
velocidades disparadas. Bien por Evo aunque no sea santo de nuestra
devoción.
La otrora gran industria petrolera se vino abajo por la falta de
inversión, fue saqueada sin auditoría alguna y ahora debe hacer “shito”
ante la baja de los precios a 80 dólares el barril que terminará
imponiendo por 2 años Arabia Saudita como máximo productor de crudo de
la OPEP. PDVSA necesita el barril de petróleo a 117 dólares para poder
cubrir los gastos de la nación.
Aún hay quienes alertan que la situación para el 2015 puede empeorar
más, romperse, quebrarse, y eso que es un año electoral. ¿Dónde carajos
estará el fondo de todo esto?
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