Carlos Raúl Hernández
Asesinan al diputado Serra, protegido por varias familias de escoltas
gubernamentales en circunstancias espeluznantes, torvas, crueles pero el gobernador, exactamente como en su época de
Ministro del Interior declara para alarma de la opinión pública y tranquilidad
de los criminales, aclarándoles que el
enemigo es un caricaturista o un diputado opositor, tal como hacían los nazis. Ojos y rictus punzantes de
odio, tal vez su único sentimiento plenamente desarrollado. Cutis de un furor
pálido, poderoso. Los crímenes atroces que ennegrecen los días y contaminan el
aire con perfume de sangre no le interesan, pero sí pero
aborrece a ciudadanos que se oponen
legítimamente al gobierno, la oposición, figura normal en los países
civilizados, y los llama "apátridas", "terroristas" y
cualquier otro término del vertedero sintáctico revolucionario. El lenguaje
ruin de la violencia desde el gobierno contra los ciudadanos inermes.
La diputada
que una vez abofeteó ante las cámaras a un periodista, hoy en el Gabinete, solo
declara para pedir cárcel, represión, persecución, contra los que critican el
fiasco revolucionario, la perversidad de sus fines, la banalidad del esfuerzo
por él, con un frenesí que sale de las entretelas del corazón, de los
intercostales y pone la sangre negra.
Como si lo intenso del ultraje a los ciudadanos
pudiera borrar de la realidad la ola de espanto y violencia que sacude las calles y las filas chavistas. Pero
no logran responder lo elemental: ¿quién y por qué mató a Danilo Anderson,
quien y porqué mató a Otayza, quién y por qué mató a Serra? Un séquito de agentes motorizados acompañaba al
cementerio a un policía asesinado por los delincuentes. En sus rostros no había
tristeza sino furia. Más adelante
un conductor patea furioso el pequeño automóvil de una señora aterrada y a
pocos pasos dos perros callejeros se destrozan.
Humo en las calles
Un vapor de odio cubre el país y su veneno recorre las
calles, entra en los ascensores, se cuela en los apartamentos. Motorizado a
toda máquina por la acera, casi atropella una niña. El descenso de Dante al
infierno.
Se huele el Mal. Morgue, funerarias, madres y esposas, gargantas desgarradas, privadas por el llanto. Es el mundo cenagoso creado por "el socialismo", en ruinas, en puertas de nadie sabe qué. Los responsables serán una terrible mácula en la historia de Venezuela. Tienen chance de rectificar. Han hecho su forma de vida en la mentira descabellada, diabólica, ante la estupefacción de los oyentes. El parecido de los actores de este thriller con los inquisidores es prodigioso. Safransky dijo que la única diferencia entre un Gestapo, un NKVD, un Guardia Rojo y un inquisidor, era que vestían modas distintas.
Se huele el Mal. Morgue, funerarias, madres y esposas, gargantas desgarradas, privadas por el llanto. Es el mundo cenagoso creado por "el socialismo", en ruinas, en puertas de nadie sabe qué. Los responsables serán una terrible mácula en la historia de Venezuela. Tienen chance de rectificar. Han hecho su forma de vida en la mentira descabellada, diabólica, ante la estupefacción de los oyentes. El parecido de los actores de este thriller con los inquisidores es prodigioso. Safransky dijo que la única diferencia entre un Gestapo, un NKVD, un Guardia Rojo y un inquisidor, era que vestían modas distintas.
Las sesiones de lo que alguna vez fue un
Parlamento, se convirtieron en Autos de Fe, donde los diputados gubernamentales
levantan calumnias alucinantes, atentados, magnicidios, conspiraciones
criminales, torvos planes, en los que implican personas reconocidas por una
vida decente. Nada tan parecido a la lógica de un inquisidor como la de un "revolucionario"
porque una causa trascendente justifica todo crimen. El diputado cuenta verdades que no han
ocurrido, no van a ocurrir jamás, y se saben falsas, pero que él puede hacer
verdaderas. Johan Johanes, un canalla inquisidor de Baviera, inventó el puñal
retráctil. Llegaba con su asistente a las aldeas e iniciaba el
"procedimiento de brujas". Según
el manual de Kraemer y Sprenger, el Malleus Malleficarum, las brujas no sentían dolor.
Sobre una tarima construida en la plaza, paraba a las sospechosas con los ojos
vendados, y ante la concurrencia "hundía" el largo -y flexible- puñal
en los cuellos de una por una. Exactamente como la Fiscalía. Como en efecto no
sentían nada, allí estaba la "prueba" del pacto con el diablo.
Antecedentes
de la Fiscalía
Cobraba por cada una que iba al fuego y
se apropiaba de lo que la pobre tuviera. En
1303 los Caballeros Templarios, orden religiosa armada extendida por Europa y
con entrenamiento de combate equivalente a los seals actuales, despertaba celos y envidias
en el poder. Pese a su sumisión incondicional a las autoridades, el Rey mandó a
arrestarlos en toda Francia. Los acusaron de culto satánico, homosexualidad, pederastia, asesinatos,
suplicios a secuestrados, antropofagia y sexo con el Diablo. Los cargos los
hizo Esquiu de Floyrán (por él surge el término esquirol) de la "guerrilla
comunicacional". Bajo tortura, reconocieron todo lo atribuido y aportaron
más. Kewis Karol cuenta que presenció
durante la Revolución Cultural, cómo el joven guía turístico que lo acompañaba,
acusado por su jefe, se autocrítico y reconoció que hacía el trabajo "con
fines pequeño burgueses y no por la Revolución". Lo detuvieron para reeducarlo. Una de las figuras más espeluznantes
del siglo XX, Castro, encargó al héroe que le podía hacer sombra, el general
Arnaldo Ochoa, que se encargara de investigar el tráfico de estupefacientes,
con el propósito cumplido de acusarlo y hacerlo fusilar posteriormente. Más que un nuevo presidente se
necesita un exorcista.
Via El Universal/Qué pasa en Margarita
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