En: http://www.lapatilla.com/site/2014/10/12/marta-colomina-los-frankenstein-del-chavismo/
Marta Colomina
Aunque el gobierno conoce hace rato quiénes fueron los asesinos de
Robert Serra –como lo saben los periodistas que han conversado con los
vecinos de La Pastora y están policialmente “dateados”– Maduro anunció
que pronto dará a conocer los nombres de los ejecutores del crimen de
Serra y sus “autores intelectuales”, coletilla esta última que le
permite seguir acusando a Uribe y a otros “fascistas”, y repite así la
pifia sobre la “culpabilidad del imperio y de los mayameros” en el
asesinato de Otaiza, cuando la verdad es que este murió a manos de una
sanguinaria banda de adolescentes. La fantasía macabra de achacar los
asesinatos del fiscal Anderson, Otaiza y ahora Serra a los “enemigos”
del régimen no puede ser sostenida a la luz de las pruebas recabadas
esta semana por quienes investigan oficialmente el espantoso asesinato
del joven diputado. Periodistas avezados en criminalística y algunos
diarios han develado que Serra fue asesinado por personas cercanas.
Thábata Molina desde el principio afirmó que los asesinos de Serra
“pertenecían a su entorno” y Yasmín Velasco el martes 7 publicó en su
cuenta de Twitter que “Robert Serra fue robado y luego asesinado por 2
de sus escoltas” y menciona las detenciones que ha venido haciendo el
Cicpc (aunque este las niega). En “allanamiento a edificio de la Misión
Vivienda de El Paraíso fueron detenidas 8 personas, pues se presume que
allí vive el policaracas detenido por el caso Serra, quien era uno de
sus escoltas”. El Nacional del viernes 10 informa que “las
investigaciones sobre el doble crimen apuntan a Edwin Torres, agente de
Policaracas, quien está detenido desde el lunes (…) De la residencia de
Torres, el Cicpc se habría llevado objetos de interés criminalístico”.
Además de Torres, “4 de los autores materiales del crimen ya fueron
identificados por los investigadores y son buscados”.
Además de sus cuatro escoltas, Serra era protegido por numerosos
“colectivos” con los que mantenía contacto permanente, así que cuando
estallaron los sucesos sangrientos en Quinta Crespo tras el allanamiento
del Cicpc del edificio Manfredir, donde murieron cinco miembros de los
grupos “Escudos de la Revolución” y “5 de Marzo”, la posible asociación
de tal hecho con la muerte de Serra era inevitable, aunque la especie
fuese negada por el director del Cicpc. El colega Manuel Malaver el
pasado domingo, en La Razón, apunta que Serra habría sido comisionado
para convencer a los “colectivos” del desarme, a lo que se habrían
negado mayoritariamente. Sabido es que estos grupos tienen armas de
guerra, como las tenía el diputado Serra. Por cierto, mudez oficial
sobre esta irregular tenencia.
Las 8 horas de enfrentamiento en Quinta Crespo concluyeron con la
muerte de 5 “colectivos”, entre ellos José Odreman, quien recibió 32
disparos y pasó de ser un personaje fotografiado al lado de Maduro,
Cilia Flores, Robert Serra, generales y otros miembros del alto
gobierno, y de aparecer elogiado en el canal militar TV FANB, a ser
calificado de “asesino” y “delincuente”: “No se trata de colectivos,
eran grupos organizados dedicados al robo, secuestro y homicidios en el
área metropolitana”, dijo el subdirector del Cicpc. Sin embargo, Richard
Sánchez, policía y hermano de Odreman, desmintió al Cicpc: dice haber
revisado en el Sipol el expediente de su hermano y de Maikol, y “ninguno
de los dos tienen solicitud por homicidios”. Las contradicciones son
indigeribles. Mientras los vecinos del Manfredir niegan que “colectivos”
se enfrentaran al Cicpc y acusan al cuerpo policial de “limpiar la
escena del crimen”, el Cicpc lo niega y repite que estos “colectivos”
serían delincuentes de la peor ralea. Maduro no ha emitido palabra sobre
tan graves hechos.
La ficción de la escritora Mary Shelley sobre el desquiciado
“científico” Victor Frankenstein en su búsqueda del secreto de la vida y
asesinado por su monstruosa creación, parece haberse hecho realidad en
Venezuela. Los “colectivos” tendrían más poder de fuego que los
organismos de seguridad, incluida la FAN, y han sido usados por el
régimen para atacar manifestaciones pacíficas, amedrentar testigos en
las mesas electorales y otras acciones delictivas. Aunque por ahora la
sublevación parece sofocada (durante el funeral de Odreman en Cotiza los
integrantes del colectivo “5 de Marzo” emitieron un comunicado en el
que ya no responsabilizan al ministro Rodríguez Torres de las muertes de
los colectivos, sino a la CIA), lo cierto es que el régimen les ha dado
un poder enorme que no parece estar en condiciones de controlar. Lo
terrible es que también los cuerpos de seguridad y los demás poderes
públicos, nacidos para ser guardianes del orden y la seguridad, se han
convertido en enemigos de la justicia y de los derechos ciudadanos. Así
que frente a tanta violencia incontrolada, tanto caos y tanto silencio
cómplice, Venezuela es víctima de numerosos frankenstein, entre ellos
quienes piden a Maduro rechazar el mandato de la ONU de liberar a
Leopoldo López.
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