En: http://www.lapatilla.com/site/2014/10/15/trino-marquez-maduro-no-es-raul-castro/
Trino Márquez
En Cuba el eje del poder se desplazó desde Fidel Castro a su hermano
Raúl, sin que se destruyera la poderosa estructura montada por el decano
de los dictadores latinoamericanos, el más longevo de cuantos tiranos
han traído desgracia al continente. Es cierto que Raúl Castro ha
acompañado a su hermano mayor desde los tiempos del Cuartel Moncada.
Viajó con él en la expedición del Granma y luego vivió la experiencia de
la Sierra Maestra. Pero, siempre estuvo bajo la sombra del ego
kilométrico Fidel. En Dulces guerreros cubanos, Norberto Fuentes
cuenta cómo este último disfrutaba insultado y humillando a Raúl,
especialmente cuando se pasaba de tragos, cosa que era muy frecuente
porque le gustaba en exceso empinar el codo. El irresistible magnetismo
de Fidel llevó a pensar a muchos analistas del proceso cubano, que una
vez salido del podio el anciano dictador, el comunismo entraría en una
severa crisis y la apertura o la guerra interna serían inevitables.
Suponían que el discreto Raúl no podría afrontar con éxito el reto de
preservar el sistema.
Nada de eso pasó. La isla sigue viviendo en una suerte de
falansterio, solo que no es Charles Fourier quien lo dirige, sino la
dupla formada por los vetustos hermanos Castro. Las reformas políticas y
económicas en la isla antillana siguen a la velocidad de los cambios
geológicos. Todo es lento y parsimonioso, como cuando Fidel estaba en el
centro del escenario.
En Venezuela, otro es el cantar. El chavismo está fracturado en
numerosos pedazos. Nicolás Maduro no ha podido mantener cohesionado el
chavismo a pesar de la hegemonía comunicacional y del rígido control que
posee de los medios de información, sobre todo en el interior, donde el
gasto público es la energía que mueve todas las máquinas. El atroz
asesinato de Robert Serra y el posterior aniquilamiento de José Odreman y
sus compañeros mostraron las fisuras del oficialismo. Los intentos de
involucrar al Imperialismo, a Uribe y los paramilitares, a la oposición
residente en Miami y hasta a los marcianos, fracasaron. Los rastros
dejados por los asesinos fueron demasiado evidentes. El régimen ha
tenido que ir revelando la podredumbre que rodea el crimen del joven
diputado acuchillado. A Odreman le levantaron un prontuario con el vano
propósito de justificar el ajusticiamiento. La operación escamoteo no ha
funcionado. A ese triste personaje el oficialismo lo había entronizado
como héroe cuando los colectivos, entre ellos el 5 de Marzo que
él dirigía, hostigaban y reprimían a los estudiantes durante las
revueltas que hubo en el primer semestre del año. Era la época en que se
fotografiaba con Serra y con otros importantes personajes del régimen.
De titán pasó a convertirse de pronto en villano, todo gracias a los
conflictos internos que existen dentro del oficialismo. A las disputas
sórdidas existentes entre corrientes encontradas. A la incapacidad del
Gobierno de ponerles coto a las bandas terroristas que armaron porque el
comandante fallecido desconfiaba de manera enfermiza del Ejército
regular y quería armar su propia guardia pretoriana con la que se sentía
más seguro.
Maduro no ha podido preservar la cohesión en el plano político del
movimiento y, para colmo de males, se desplomaron los precios del crudo
en un ambiente en el cual el socialismo petrolero mostró su fatiga.
Ahora está pasando fractura la destrucción del aparato productivo
nacional y la dependencia total de las importaciones. Gobernar el país
era fácil con el precio del barril por encima de $100 y especulando con
la popularidad del difunto Presidente. El cuadro cambió: de ese carisma
va quedando el recuerdo, y los precios estratosféricos están regresando a
la Tierra. Todas las encuestas muestran el desplome vertiginoso e
indetenible de Maduro. A su lado todo está derrumbándose. Como llegó
allí por casualidad y sin que lo esperara, no sabe que hacer, ni puede
introducir un giro que lo saque del atolladero. No se atreve a formar un
Gobierno con sectores distintos a los grupos que están arrastrándolo
por el precipicio. Es un rehén de Cabello, Rodríguez Torres, Jaua,
Ramírez, Padrino López.
Está claro: Maduro no es Raúl Castro.
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