En: http://www.lapatilla.com/site/2014/10/16/leonardo-morales-productor-que-compra-petroleo/
Leonardo Morales
“Mira ese barco entrando en la bahía, ahí se va, se va, la novia mía”
corresponde a una popular canción que seguramente muchos han oído y
bailado. El problema es que estamos cercanos a tararear una letra
parecida que tampoco nos llenará de satisfacción.
Lo cierto es que viene un barco y no se va la novia de nadie sino el
orgullo de los venezolanos. Una gran cisterna navega desde Argelia a
proferirnos el mayor de los insultos. Su cargamento no se descompondrá
como toneladas de alimentos ha perdido el gobierno. Eso ya es un
aliciente aunque inútil.
Desde principios del siglo XX los venezolanos hemos podido construir
una patria, con sobresaltos, a veces con desaciertos y muchas
dificultades, pero se logró edificarse a partir del descubrimiento del
petróleo. De una economía meramente agrícola pasamos a depender casi
exclusivamente de la renta petrolera.
Se masificó la educación gratuita, se llevó salud a todos los
rincones del país, se hicieron grandes obras de infraestructuras,
represas hidroeléctricas, se comunicó al país con importantes carreteras
y autopistas, además, numerosos jóvenes lograron cursar estudios en
prestigiosas universidades del mundo becados por el Estado venezolano.
El barco, la cisterna dicen otros, se acerca paulatinamente. El 1 de
enero de 1976, bajo el gobierno de Carlos Andrés Pérez, se nacionalizó
la industria petrolera. Los venezolanos, muchos de los ex-becarios,
tomaron las riendas de la más grande empresa venezolana. La convirtieron
en una de las más importantes del mundo. Durante algún tiempo el país
se preparó para tan seria responsabilidad.
Ha sido el petróleo el bien más preciado para los venezolanos. De su
renta se nutre el presupuesto nacional. La materia agrícola dejó de ser
una actividad importante para la economía venezolana, buena parte de lo
que consumimos lo importamos. Las otras actividades producen pérdidas
significativas. Es el petróleo, el oro negro, la salvación del país. Dos
millones de barriles surcan los mares.
¿Qué habremos hecho? Si desde principios del siglo pasado nos había
ido también, por qué ahora, en tiempos del Socialismo del Siglo XXI, el
santo nos da la espalda. Alguna maldición, sería un acto de santería mal
realizado.
Dejamos de estar entre las 10 más importantes petroleras del mundo.
Cada vez nuestra producción baja. Nuestro principal cliente, el odioso imperio, que paga con dólares a brinco rabioso cada
vez nos compra menos. Apostamos a China como mercado alterno y resulta
que el crecimiento de esa nación se estanca. Qué pasa que los precios
del petróleo viene cayendo. Cómo se van mantener los programas
asistencialistas. De dónde van a salir los “cobres”.
De ufanarnos de ser una potencia petrolera, ahora compramos a Argelia
petróleo. Sí, el 26 de octubre, muy pronto -no sabemos si declararán
ese día de júbilo nacional- arribarán al Puerto de Jose, en el estado
Anzoátegui, 2 millones de barriles de petróleo; de productores de
petróleo a compradores. Día del ultraje al orgullo venezolano.
El gobierno tendrá en algún momento que explicar la razón por la cual
un país petrolero, muy “soberano” de su industria, recurre a la compra
de petróleo. Siempre tendrá alguna explicación, pero además, debería
explicar cuáles son las erogaciones que el país hace por la adquisición
de derivados de petróleo que con la revolución dejamos de producirlo.
El gobierno debería decirle a los venezolanos cuánto vamos a dejar de
percibir si el barril de petróleo se establece cercano a los 80 dólares
o menos; en cuánto se estiman las erogaciones por el pago de los
intereses de los préstamos contraídos.
En fin de cuentas, el gobierno debería decirnos cuánto nos queda para sobrevivir.
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