Sunday, December 4, 2011

El cacerolazo

En: http://www.lapatilla.com/site/2011/12/04/manuel-malaver-el-cacerolazo/

Manuel MalaverSonaron las cacerolas, y con tanta fuerza, que ni siquiera una maniobra del gobierno para acallarlas con una exhibición de fuegos artificiales fue suficiente para que no se oyeran de Catia a Petare, de Coche a La Pastora, de El Cementerio a San José, y de San Agustín a La Vega.
En definitiva, que barrios, urbanizaciones, avenidas, calles, autopistas y trochas se estremecieron para decirle a Venezuela, a Latinoamérica y al mundo que en el país donde se celebraba una cumbre con más pompa de la necesaria, existe un gobierno autoritario, militarista y de vocación dictatorial que recluye a sus invitados en un cuartel para que no escuchen la voz del pueblo, el grito de los oprimidos, la rabia de los que querían decirle que participaban en una farsa, y como tal, eran unos farsantes.
Hay presos políticos en Venezuela, y esa es una de las verdades que el presidente promotor de la cumbre no quería que los invitados escucharan ni conocieran; y una jueza, María Lourdes Afiuni, que está reducida al espacio de los pocos metros de su casa de habitación por dictar una sentencia conforme a la ley que el régimen no quería que se dictara; y en los calabozos de la DIM, del SEBIN y Ramo Verde políticos, profesionales, agentes de orden público, militares, obreros y empresarios condenados, o a punto de ser condenados, sin el debido proceso y negandóseles todos los derechos que le garantizan la Constitución y las Leyes.
Encerrados en un cuartel para que no se enteren del absurdo de que en el país con el más alto ingreso petrolero del continente, hace tiempo que desaparecieron la leche, el aceite y el café de los anaqueles de abastos, mercados y supermercados; que, igualmente, escasean la harina pan y el azúcar, y que, en conjunto, los consumidores venezolanos de todas las clases y estratos ya emplean parte del tiempo disponible para ver si consiguen los productos de la dieta básica que con toda seguridad desaparecerán mañana.
Pero tampoco pudieron saber los presidentes invitados a la cumbre de la CELAC, que hasta cerca de 150 mil venezolanos viven desde hace un año refugiados en hoteles o galpones improvisados porque perdieron sus casas y enseres a consecuencia de lluvias como las que se vivieron estos días en Caracas, y todo porque Chávez, en 13 años de gobierno, no se acordó de ellos, e inventó ahora, que como todo es culpa del capitalismo, deben ser los capitalistas quienes los mantengan en hoteles, y de paso, contribuyan a construirles sus viviendas.
O que la inseguridad personal que campea de Este a Oeste, y de Sur a Norte por toda Venezuela, cuyo saldo en muertos y lesionados es de los más altos del mundo (solo en Caracas murieron el fin semana pasado 60 personas) continúa su “marcha triunfal”, dicen algunos que por la ya terminal incompetencia del gobierno, y otros, que como parte de una política oficial para mantener aterrorizada y recluida en sus casas a la población.
No se conoce (hasta ahora) que ninguno de los presidentes invitados fueran víctimas de arrebatones, o que se le hurtaran algunos de los bienes que portaban o traían en sus valijas (ni a ellos ni a los miembros de sus comitivas), y lo celebramos; pero si hubiera ocurrido, no le habría resultado extraño a ninguno de los 28 millones de venezolanos que experimentan día a día, hora a hora y minuto a minuto que viven en un campo de guerra.
Inflación del 35 anual (la más alta del continente y del mundo occidental), pérdida de poder adquisitivo del bolívar que hoy se cotiza a 10bs x 1 dólar, corrupción generalizada que fue calificada recientemente por una ONG “como de las más altas del mundo”, y narcotráfico tan extendido, metastásico e imbricado en todas las instancias y tramos de la burocracia gubernamental que ya algunos se preguntan si no desembocará en una guerra civil, como la que viven países como Colombia y México, el primero desde hace 3 décadas, y el segundo, un quinquenio, fueron otros de los datos que se fueron sin manejar los invitados, simplemente por los guardaron en un cuartel, y no les permitieron acceso a las calles.
Lo que si no pudieron perderse los 32 invitados de la CELAC recluidos en Fuerte Tiuna, fue percibir que Chávez no es el mismo de otros tiempos, que está sensiblemente mermado en sus condiciones físicas y mentales, y que era difícil convenir de si estaba teatralizando una apoteosis para despedirse de la política nacional o internacional, o si más bien intentaba realizar un relanzamiento de lo que fue su otrora pintoresco desempeño como figura continental y mundial.
Incógnita difícil de despejar frente aquella estampa voluminosa, lenta, de ideas y pensamientos fragmentados, como a medio construir, con dificultades para desplazarse, y en todos los sentidos afectado por el carcinoma que a veces admite padecer, pero otras aleja de su mente y de su vocabulario como una sombra o fantasma que le carcome el resto de tranquilidad que le queda.
Eso sí, quiso ser, o aparentó ser, el mismo Chávez “regalón” de otras veces, el de los acuerdos, convenios y tratados

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