En: http://www.lapatilla.com/site/2014/10/26/gonzalo-himiob-santome-contradicciones/
Gonzalo Himiob Santomé
Son ya casi 110 los funcionarios policiales asesinados este año, solo
en Caracas. Esas son las cifras oficiales, pero desde hace mucho tiempo
en Venezuela lo que realmente pasa o deja pasar con el crimen solo lo
sabe a ciencia cierta el hampa. Recientemente, este mismo mes, un grupo
irregular tomó la sede de la PNB en Trapichito, (Guarenas, Estado
Miranda) y según las notas de prensa respectivas en ese momento los
delincuentes se hicieron por la fuerza de al menos 42 armas del parque
oficial. Antes, en junio de este año, otro grupo irregular había
asaltado la sede de Polimiranda de San Pedro de los Altos, llevándose
también 18 armas de fuego. Por otro lado, del Arsenal 41 de la Brigada
Blindada del Fuerte Paramacay en Naguanagua “desaparecieron” 10 fusiles
AK-103 y nueve pistolas, de las cuales solo “aparecieron” después cinco
fusiles y dos de las pistolas; y de Fuerte Tiuna, acá en Caracas,
habrían desaparecido también otro importante lote de armas, 31 pistolas
en total.
En otras palabras, la inseguridad que a todos nos afecta, que no
discrimina, no solo la padecen los civiles, sino también particularmente
los funcionarios policiales y militares.
Sin embargo, aun cuando está claro que este problema tiene
completamente tomada nuestra sociedad, esos mismos funcionarios
policiales y militares, que tan expuestos están a recibir un balazo o a
ser asaltados en sus comandos para quitarles sus armas de reglamento,
corren prestos y sin decir “ni pío” a disfrazarse de “Robocop” para
reprimir con saña cualquier protesta cívica que reclame del poder
responsabilidad y medidas claras contra la inseguridad ¿Obediencia ciega
e irreflexiva? ¿Miedo? ¿Conveniencia chucuta de “15 y último” de por
medio? ¿Complicidad? Demasiadas preguntas, demasiadas contradicciones.
No se les pide que se alcen contra quienes les dan las órdenes,
tampoco que se arriesguen a perder su sustento, pero sí se les exige
conciencia. No deberían olvidar que el uniforme lo llevan no para
defender al poder, sino al pueblo, de los criminales comunes y también
de los de cuello blanco. Eso lo dice la bolivariana, no lo digo yo.
Pensar un poco y ponerse del lado de aquellos a quienes juraron proteger
no estaría de más. Al final del día todos somos la misma gente, y si
hoy gozas de las mieles de este gobierno inmediatista e inconsistente,
mañana puedes estar colgado de la brocha. Pregúntenle a Rodríguez Torres
si no me lo creen. Un país en calma, en el que el hampa no imponga
todos los días su ley, debería ser sueño de todos.
—
Ya viene el segundo embarque de crudo, desde Argelia, para nuestra
nación. “De pana”, como dicen los jóvenes acá, esto es vergonzoso. Da
“pena ajena”, pues. No es aceptable que un país como el nuestro, que no
solamente tiene las reservas más grandes del mundo de crudo pesado, sino
además está en capacidad de extraer petróleo liviano (el que
supuestamente “se necesita”, según la PDVSA “roja-rojita”, para “hacer
más rentable” nuestro crudo pesado) esté comprándole petróleo, del tipo
que sea, a otras naciones. Nuestras reservas de crudo liviano (el mismo
que se está importando ahora desde otras naciones) son mayores que las
de Brasil, e incluso que las de Argelia, pero el gobierno ha optado por
bajar la cerviz ante su propia incompetencia, y en razón de su
manifiesta incapacidad para auto abastecernos, opta por el trámite
vergonzante de comprarle lo que nosotros tenemos, o deberíamos tener, a
otras naciones. También es falaz el argumento del supuesto “incremento
de la producción local” como excusa para la importación de crudo
liviano, puesto que las cifras de la misma PDVSA demuestran que solo
entre 2012 y 2013 la producción nacional bajó 11.000 barriles diarios, y
si hacemos caso a los expertos (y reitero, a las cifras de la misma
PDVSA) el bajón productivo en materia de producción de crudo liviano ha
sido devastador.
Sumémosle a la “gracia” gobiernera que, maromas aparte, el crudo
venezolano esta semana sigue a la baja, quedando en 75,90 dólares por
barril (dbp).
Vamos “palo abajo”, como dicen en mi tierra, pero nada de esto cuenta
para el contradictorio discurso oficial. Somos una “Potencia
Económica”, un país “soberano” e “independiente” que no acepta
“injerencias” en sus asuntos internos, y todo eso nos lo dicen, y
todavía hay quien les cree, cuando además de lo anterior cerca del 80%
de lo que consumimos, digo, cuando se puede o se consigue, lo traemos de
afuera.
—
Así las cosas, es normal que incluso entre los oficialistas se estén
generando pugnas y desacuerdos importantes, sanos por demás, sobre los
desempeños de los que hoy llevan el timón de nuestra nación. Más allá de
los fenómenos macrosociales, como el de la inclemente inseguridad o el
del errado manejo de nuestra principal fuente de ingresos, que
evidentemente acarrean consecuencias que pagamos todos nos guste o no,
también padecemos un devenir diario y contumaz, que nos demuestra
tenazmente que cada día nuestros bolsillos están más flacos, y nuestros
reales cada vez valen menos. Traten de comprar un carro nuevo, de
conseguir medicinas, detergente para lavar la ropa o desodorantes, o
vayan a hacer mercado si no me lo creen. Todo esto lo vivimos todos, sin
distinciones, pero no, para los más altos voceros oficiales tales
confrontaciones no existen. Diosdado aseguraba esta semana, por ejemplo,
que las filas del PSUV estaban “más unidas que nunca” para además, en
ese mismo espacio destacar, en otra franca contradicción, que hay “un
grupo de quinta columnas, traidores que están buscando dividir al
Partido Socialista Unido de Venezuela usando la plataforma política del
Comandante Chávez para sus intereses personales”. O sea, hay unión, pero
no la hay. Un “digodigo” propio del gallo Claudio, para los que
recuerdan la caricatura.
Aún peor es de nuevo la homilía y el esquema de etiquetar como
“traidor” y como “criminal” a todo el que se atreva a disentir o a
pensar distinto. A quienes hemos padecido esta forma de actuar del poder
desde hace ya más de tres lustros no nos queda más -¿Quién lo diría?-
que agradecerle a Diosdado su bravata. Sus palabras son la medida que
prueba que todo lo que se tiene tanto tiempo diciendo sobre el obsesivo
maniqueísmo de quienes nos gobiernan, es verdad. De esta “sopa” ahora
reciben su cucharada los mismos que en los “tiempos dorados” de esta
revolución fallida callaban cuando el poder “demolía” o “aniquilaba”
(esas eran las palabras de Chávez) a todo el que se “saliera del carril”
obtuso del pensamiento único.
Grave contradicción también enfrentan entonces quienes aún creen en
el proyecto revolucionario pero ven que el país, definitivamente, va
dando tumbos sin timonel entre filosos arrecifes, que no podrá sortear
si continuamos bajo el mismo esquema ya caduco. Espero que sus dudas se
resuelvan, como debería ser, a favor de la nación, que no a favor de
quienes no hacen más que ver conspiraciones en todas partes y solo velan
por sí mismos y por sus bolsillos.
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