JOSÉ ANTONIO GIL YEPES
| EL UNIVERSAL
lunes 3 de noviembre de 2014 12:00 AM
Muchas reacciones provocó mi
artículo anterior. En él sugerí a los partidos de la MUD que se
unificaran en uno si querían maximizar sus oportunidades de éxito porque
es imposible coordinar 27 partidos.
Me llamaron... "iluso, eso es imposible, cada partido y líder está interesado en ser él quien alcance el poder y eso excluye las posibilidades de cohesionarse".
Estoy de acuerdo con estas críticas. Entonces, quedan dos opciones: la primera, que se reagrupen por familia ideológica: progresistas, socialcristianos, socialdemócratas y socialistas democráticos. Pero esta opción es mediocre porque seguiría vigente la crítica y porque siguen siendo muchos partidos. El 21% de los identificados con cualquiera de los partidos de oposición se dividiría entre 4 y ello da 5%. Con este porcentaje sigue siendo difícil competir con el PSUV que, aunque disminuido, tiene 17% de identificación partidista.
Queda la opción que va al fondo del reto: que surja un partido como el mejor para que la mayoría de quienes se autodefinen como opositores (38%) se identifiquen con él.
Definir el perfil del mejor partido no es misterio; sólo hay que copiar lo que hacen los mejores de la oposición para ganarle al gobierno a pesar de las desventajas. Me refiero a Leopoldo López, Henrique Capriles, Carlos Ocariz, etc. Su "gancho" para conectar con la población es acompañarla. Eso significa que los líderes, del partido que quiera ser el mejor, salgan todos los días a la calle, estando o no en campaña, a escuchar y apoyar a la gente a organizarse para buscarle solución a los problemas cotidianos. Necesitan señalar, no sólo que el gobierno es malo, eso ya lo sabe el 82%, sino también las propuestas alternativas. Que salgan a la calle a construir la sociedad, que es la esencia de la política, y no a buscar el poder para escalar en la vida, pegando cartelones y gritos contra el gobierno, ¡pura paja!
Quienes financien a la oposición, si quieren ayudar, que lo hagan sujeto al cumplimiento de un plan de acompañamiento, en vez dar cheques en blanco y haciendo apuestas de poder.
Me llamaron... "iluso, eso es imposible, cada partido y líder está interesado en ser él quien alcance el poder y eso excluye las posibilidades de cohesionarse".
Estoy de acuerdo con estas críticas. Entonces, quedan dos opciones: la primera, que se reagrupen por familia ideológica: progresistas, socialcristianos, socialdemócratas y socialistas democráticos. Pero esta opción es mediocre porque seguiría vigente la crítica y porque siguen siendo muchos partidos. El 21% de los identificados con cualquiera de los partidos de oposición se dividiría entre 4 y ello da 5%. Con este porcentaje sigue siendo difícil competir con el PSUV que, aunque disminuido, tiene 17% de identificación partidista.
Queda la opción que va al fondo del reto: que surja un partido como el mejor para que la mayoría de quienes se autodefinen como opositores (38%) se identifiquen con él.
Definir el perfil del mejor partido no es misterio; sólo hay que copiar lo que hacen los mejores de la oposición para ganarle al gobierno a pesar de las desventajas. Me refiero a Leopoldo López, Henrique Capriles, Carlos Ocariz, etc. Su "gancho" para conectar con la población es acompañarla. Eso significa que los líderes, del partido que quiera ser el mejor, salgan todos los días a la calle, estando o no en campaña, a escuchar y apoyar a la gente a organizarse para buscarle solución a los problemas cotidianos. Necesitan señalar, no sólo que el gobierno es malo, eso ya lo sabe el 82%, sino también las propuestas alternativas. Que salgan a la calle a construir la sociedad, que es la esencia de la política, y no a buscar el poder para escalar en la vida, pegando cartelones y gritos contra el gobierno, ¡pura paja!
Quienes financien a la oposición, si quieren ayudar, que lo hagan sujeto al cumplimiento de un plan de acompañamiento, en vez dar cheques en blanco y haciendo apuestas de poder.
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