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Pedro Carmona Estanga
El mes de febrero que concluye ha llenado de perplejidad y
consternación a Venezuela y al mundo. El régimen gobernante ha
profundizado su ilegitimidad, al por enésima vez sobreponer sus
intereses a los más elementales principios constitucionales o de
Derechos Humanos, estos consagrados en compromisos internacionales
adquiridos por la República, que tienen valor prevalente sobre las
normas constitucionales.
El destacado jurista Asdrúbal Aguiar, autor del libro “Historia
Inconstitucional de Venezuela”, deberá ahora dedicarse a actualizar las
centenas de violaciones a la Constitución por parte del régimen
documentadas en dicha obra, las cuales se han multiplicado desde su
publicación en 2013. Y es que para la cúpula gobernante, la revolución
está por encima de la Constitución, o como por analogía ha expresado
algún vocero del sistema judicial colombiano: la paz está por encima de
la ley.
La arbitraria detención del Alcalde Metropolitano de Caracas Antonio
Ledezma, desconociendo su origen en la voluntad popular, y su
encarcelamiento en una prisión militar, no hace sino agregar una ficha
relevante a la lista de defenestraciones urdida por el régimen para
aniquilar a la oposición venezolana. Antes se materializó la destitución
y detención de otros tres Alcaldes que resultaban incómodos, así como
de cuatro Diputados a la Asamblea Nacional, entre ellos la emblemática
líder opositora María Corina Machado, cuya señera figura y
extraordinaria valentía merecen admiración. Ahora se habla del posible
desafuero al Diputado Julio Borges, quien lo que ha sido es un defensor
del cuestionado camino electoral, pero parecería que se teme al alto
número de simpatizantes de su Partido, Primero Justicia. Como si fuera
poco, el gobierno allanó varias sedes del Partido Copei y amenaza con su
ilegalización por haber suscrito el Acuerdo para la Transición en Paz
propuesto por María Corina, Ledezma y Leopoldo López, estos dos últimos
ya en la cárcel. Pero nadie logra frenar la masiva recolección de firmas
en respaldo a dicho acuerdo, el cual lejos de ser golpista, es
pacífico, constitucional y legítimo.
La conmemoración del primer aniversario de las protestas
estudiantiles de febrero de 2014, en las cuales se masacró o se
encarceló a los jóvenes, ha llevado a que resurjan manifestaciones en el
Estado Táchira, con el saldo de un niño de 14 años asesinado a mansalva
por un Policía, quien hizo caso omiso al pedido de clemencia del
muchacho y le voló los sesos. Este hecho ha indignado al país y al
mundo, y hasta el Papa Francisco oró hoy por el alma de Kluiverth Rojas,
y pidió un diálogo sincero y constructivo en Venezuela. Unos días
antes, aparecieron varios estudiantes maniatados y ajusticiados en
varios lugares del país, quienes sospechosamente habían participado
antes en protestas.
El régimen, desesperado y temeroso, y ante el colapso de la política
cambiaria recién anunciada, ha dado un salto hacia adelante
radicalizando la política represiva, acusando a Estados Unidos y al ex
presidente Uribe de los hechos más insólitos, todo con el afán de seguir
achacando las culpas de su estruendoso fracaso a enemigos externos,
pero el discurso ya no lo compra nadie, salvo los más incondicionales
afectos, o algunos aliados internacionales que saben lo que está en
juego si se derrumba el régimen. Las medidas anunciadas ayer contra los
Estados Unidos han provocado hilaridad en el mundo. ¿A quién se le
ocurre que George Bush o los parlamentarios Rubio, Menéndez o Ileana Ros
pudieran pensar en viajar a Venezuela? ¿Quién pierde exigiendo visas a
los americanos, limitando el número de funcionarios diplomáticos,
imponiéndole restricciones a sus movimientos, o gravando a los
venezolanos que viajen a Estados Unidos? ¿No termina ello de liquidar
todo resquicio a la confianza e inversión en Venezuela?
Tanta torpeza en la conducta del régimen no es casual, pues como
creen muchos analistas y al tenor de las declaraciones de Maduro, los
movimientos buscan amedrentar al pueblo, a los jóvenes, y mostrar las
garras crueles del régimen, amenazando incluso con excluir a la
oposición de las elecciones parlamentarias de este año, pues a pesar del
fraude electoral continuado que les ha permitido sostenerse en el
poder, temen perderlas. Sin duda que pese al escepticismo electoralista
que comparto, una derrota parlamentaria acabaría con el totalitarismo
del régimen. Lo curioso además, es que cunden rumores de un golpe contra
Maduro dentro del propio chavismo, a diferencia de lo que proclama el
régimen sin credibilidad ninguna, pues como lo mostró hace poco un
análisis político de la consultora Stratfor, Maduro camina en la cuerda
floja y se acerca a la posibilidad de un golpe de Estado con la
participación de miembros del oficialista PSUV. Llama además especial
atención la advertencia hecha por el ex Presidente del Uruguay José
Mujica un día antes de entregar el poder, de que se estaría gestando un
golpe militar de izquierda en Venezuela. ¿Qué elementos de juicio tiene
Mujica para semejante afirmación “urbi et orbi”? Es ciertamente extraño,
¿o fue hecho con la intención de tratar de abortar dicha posibilidad?
¿Están Diosdado Cabello y sus compañeros de armas en dicha conspiración?
Es allí donde habría que colocar el foco, y no en las mitómanas
denuncias de una conspiración internacional contra el régimen.
Las caretas han caído una vez más en los últimos días. La Dictadura
del Siglo XXI, que es como hay que llamarla, está dispuesta a seguir
mintiendo para defender su permanencia. Pero aún los chavistas más
acérrimos temen que Maduro termine de hundir a la ineficaz y corrupta
revolución bolivariana, y por eso piensan en salidas, en circunstancias
en que ni siquiera sus aliados encuentran ya argumentos con que
defenderla. La opción de Cabello en lugar de Maduro, sería como elegir
entre el cáncer y el Sida. Dios y la dignidad de los venezolanos salven a
la nación de esta prolongada, inmerecida y vergonzosa tragedia.
Original en http://pcarmonae.blogspot.com/2015/03/la-dictadura-del-siglo-xxi.html
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