En Libia, como en nuestro país, la primera víctima de la crisis política es la verdad
ADOLFO P. SALGUEIRO | EL UNIVERSAL
sábado 5 de marzo de 2011 12:00 AM
Con la fluidez con que se desarrollan los acontecimientos en Libia es posible que cuando estas líneas vean la luz sabatina ya Gadafi no esté en el poder. Sin embargo el marco en el que se desenvuelve la tragedia política del Norte de África permite -tristemente- hacer algunos paralelismos con Venezuela.
En Libia, como en nuestro país, la primera víctima de la crisis política es la verdad. Eso siempre ha sido así. En efecto, el jefe de la "revolución" de allá -como nuestro Júpiter barinés- afirma que la situación es tranquila, que su pueblo lo ama, que es el "Imperio" quien conspira para desplazarlo, que su Fuerza Armada esta junto al pueblo y tantas cosas más que no resisten ni el más superficial análisis o escrutinio racional. No difiere mucho del mundo de fantasías que dominicalmente se nos pinta en Aló Presidente o del que los señores ministros expusieron en su escandalosamente cínica comparecencia reciente ante la Asamblea Nacional.
De nada vale que una de las más respetadas, audaz y ecuánime periodista del mundo como lo es la iraní/americana Christianne Aman-pour, quien entrevistó al pintoresco coronel libio, haya reportado choques, caos, matanzas, depredación y demás desgracias. Entretanto el líder de la "Revolución Verde" sostiene que todo está tranquilo y si es que hay alguna inquietud ella es provocada por el uso de drogas alucinógenas distribuidas por el enemigo occidental empeñado en ocultar el amor que su pueblo siente por él luego de tan solo cuatro décadas de eficiente gobierno revolucionario.
Estamos pues en presencia de un fenómeno parecido al que vivimos en Venezuela donde los rojo-rojitos nos pintan un país presto ya a alcanzar las metas de plena felicidad y desarrollo que tan solo anida en las mentes y en la lealtad perruna de quienes se empeñan en no ver lo que es evidente.
Hace algunos años, en 2006, cuando Naciones Unidas se percató de que la Comisión de Derechos Humanos era apenas una entelequia inoperante, la sustituyó por el Consejo de Derechos Humanos, con mayor alcance y cuarenta y siete miembros. Adivine quién fue el primer presidente del cuerpo: Libia , la misma que esta semana , por decisión de la Asamblea General acaba de ser expulsada por obvias razones y con la única objeción de Venezuela que, como siempre, salió con el cuento de la autodeterminación de los pueblos, la no intervención y demás excusas aplicables a los amigos pero no a quienes piensan diferente, todo ello sin olvidar la insólita intervención del canciller Maduro en la Asamblea donde afirmó que lo que se estaba era fraguando una secesión de la zona petrolera Libia por parte de Occidente para robarles su recurso.
Se pregunta uno cómo Chávez puede estar conmemorando el aniversario del Caracazo de 1989 cuando, según la nueva versión de la historia, la Fuerza Armada masacró al pueblo y al mismo tiempo apoyar a Gadafi que utiliza su Fuerza Aérea para bombardear las manifestaciones de protesta, blandiendo, seguramente, la réplica de la espada del Libertador que su pana le obsequió ofendiendo la memoria de nuestro héroe.
En Libia, como en nuestro país, la primera víctima de la crisis política es la verdad. Eso siempre ha sido así. En efecto, el jefe de la "revolución" de allá -como nuestro Júpiter barinés- afirma que la situación es tranquila, que su pueblo lo ama, que es el "Imperio" quien conspira para desplazarlo, que su Fuerza Armada esta junto al pueblo y tantas cosas más que no resisten ni el más superficial análisis o escrutinio racional. No difiere mucho del mundo de fantasías que dominicalmente se nos pinta en Aló Presidente o del que los señores ministros expusieron en su escandalosamente cínica comparecencia reciente ante la Asamblea Nacional.
De nada vale que una de las más respetadas, audaz y ecuánime periodista del mundo como lo es la iraní/americana Christianne Aman-pour, quien entrevistó al pintoresco coronel libio, haya reportado choques, caos, matanzas, depredación y demás desgracias. Entretanto el líder de la "Revolución Verde" sostiene que todo está tranquilo y si es que hay alguna inquietud ella es provocada por el uso de drogas alucinógenas distribuidas por el enemigo occidental empeñado en ocultar el amor que su pueblo siente por él luego de tan solo cuatro décadas de eficiente gobierno revolucionario.
Estamos pues en presencia de un fenómeno parecido al que vivimos en Venezuela donde los rojo-rojitos nos pintan un país presto ya a alcanzar las metas de plena felicidad y desarrollo que tan solo anida en las mentes y en la lealtad perruna de quienes se empeñan en no ver lo que es evidente.
Hace algunos años, en 2006, cuando Naciones Unidas se percató de que la Comisión de Derechos Humanos era apenas una entelequia inoperante, la sustituyó por el Consejo de Derechos Humanos, con mayor alcance y cuarenta y siete miembros. Adivine quién fue el primer presidente del cuerpo: Libia , la misma que esta semana , por decisión de la Asamblea General acaba de ser expulsada por obvias razones y con la única objeción de Venezuela que, como siempre, salió con el cuento de la autodeterminación de los pueblos, la no intervención y demás excusas aplicables a los amigos pero no a quienes piensan diferente, todo ello sin olvidar la insólita intervención del canciller Maduro en la Asamblea donde afirmó que lo que se estaba era fraguando una secesión de la zona petrolera Libia por parte de Occidente para robarles su recurso.
Se pregunta uno cómo Chávez puede estar conmemorando el aniversario del Caracazo de 1989 cuando, según la nueva versión de la historia, la Fuerza Armada masacró al pueblo y al mismo tiempo apoyar a Gadafi que utiliza su Fuerza Aérea para bombardear las manifestaciones de protesta, blandiendo, seguramente, la réplica de la espada del Libertador que su pana le obsequió ofendiendo la memoria de nuestro héroe.
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