FRANCISCO RIVERO VALERA | EL UNIVERSAL
viernes 4 de marzo de 2011 01:19 PM
Desdoblar y dividir es lo mismo. Y fraccionar, seccionar, duplicar o separar. Pero, también desdoblar es sinónimo de chavismo, en los 12 años de desgobierno. Verbigracia: el chavismo ha desdoblado al pueblo venezolano en chavistas y antichavistas; en los que pueden trabajar en las instituciones públicas y en los que no pueden, por la lista Tascón; en los que usan franela y gorra roja y en los que usan otros colores; en marchas y contramarchas. Son como Nicolás Maquiavelo: practicar el divide y vencerás para acceder al poder.
El último desdoblamiento del chavismo ha sido decretado recientemente por sus ministros durante la interpelación en la Asamblea Nacional. Y Venezuela ha dejado de ser una. Ahora tenemos 2 Venezuela: la chavista y la Venezuela de todos los demás.
La Venezuela chavista es producto de las mentiras del Gobierno. Sus ministros, al manipular los números y la fe del pueblo, pretenden hacer creer que Venezuela es la Isla de la Fantasía , de Gene Levitt: un paraíso con la inseguridad en cero, la corrupción en cero también; bajísima inflación, pleno empleo, el mejor crecimiento económico de América Latina; con 70% de consumo de productos nacionales debido al extraordinario incremento de la producción en todos los renglones de la economía; con un autoabastecimiento nunca visto en Venezuela, o sea: con excedentes de arroz, azúcar, aceite, leche, carne, café, pañales para niños, toallas sanitarias, medicamentos y la nevera full. Las importaciones, por lo tanto, están cerquita de cero. También es un país con las mejores carreteras del mundo; son tan buenas que los zulianos ya disponen de una vía alterna al Puente sobre el Lago, 10 veces superior en construcción y costos al Eurotúnel, que une a Francia con Inglaterra. Es la octava maravilla del mundo moderno, y en Maracaibo. Pa' que vos veáis. Pero, ojo con eso, en esta Isla de la Fantasía chavista también hay otras maravillas: autopistas por todas partes, de 8 canales en un solo sentido y sin un hueco, como en París; autoservicios automatizados; excedentes de viviendas hasta para la exportación y otros grandes avances que no caben en este espacio; todos, producto de la inversión del billón de dólares de ingresos que ha tenido este eficiente Gobierno. Pero lo más importante: en esta Venezuela chavista todo es paz, progreso y felicidad gracias al mejor Presidente del mundo.
La Venezuela de todos es otra cosa. Todos vivimos como en La Charneca, en Caracas. Territorio de las bandas los Kilombos y los Enanos, causantes de la muerte de más de 20 personas en enfrentamientos por el control de la distribución de drogas. Pero eso no es nada, comparado con las 48 muertes que ocurren en Caracas todos los fines de semana; las 548 solo en diciembre del 2010 y las 16 mil y pico en un año. Y los 140 homicidios por cada 100.000 habitantes, según el Observatorio Venezolano de la Violencia. Y, el colmo: es la misma Venezuela que también está sumergida en corrupción, inflación, crisis de viviendas y las 10 plagas de Egipto de un socialismo o comunismo, que es lo mismo, del siglo XIX, y que está tratando de resucitar en pleno siglo XXI gracias al presidente que tenemos que, al fin y al cabo, es el presidente más bueno del mundo, para los cubanos, nicaragüenses y, ya no tanto, para los bolivianos, ecuatorianos, argentinos, brasileños y libios. ¿Y los venezolanos? Por fuera, como la guayabera. ¡Que viva el Führer!
El último desdoblamiento del chavismo ha sido decretado recientemente por sus ministros durante la interpelación en la Asamblea Nacional. Y Venezuela ha dejado de ser una. Ahora tenemos 2 Venezuela: la chavista y la Venezuela de todos los demás.
La Venezuela chavista es producto de las mentiras del Gobierno. Sus ministros, al manipular los números y la fe del pueblo, pretenden hacer creer que Venezuela es la Isla de la Fantasía , de Gene Levitt: un paraíso con la inseguridad en cero, la corrupción en cero también; bajísima inflación, pleno empleo, el mejor crecimiento económico de América Latina; con 70% de consumo de productos nacionales debido al extraordinario incremento de la producción en todos los renglones de la economía; con un autoabastecimiento nunca visto en Venezuela, o sea: con excedentes de arroz, azúcar, aceite, leche, carne, café, pañales para niños, toallas sanitarias, medicamentos y la nevera full. Las importaciones, por lo tanto, están cerquita de cero. También es un país con las mejores carreteras del mundo; son tan buenas que los zulianos ya disponen de una vía alterna al Puente sobre el Lago, 10 veces superior en construcción y costos al Eurotúnel, que une a Francia con Inglaterra. Es la octava maravilla del mundo moderno, y en Maracaibo. Pa' que vos veáis. Pero, ojo con eso, en esta Isla de la Fantasía chavista también hay otras maravillas: autopistas por todas partes, de 8 canales en un solo sentido y sin un hueco, como en París; autoservicios automatizados; excedentes de viviendas hasta para la exportación y otros grandes avances que no caben en este espacio; todos, producto de la inversión del billón de dólares de ingresos que ha tenido este eficiente Gobierno. Pero lo más importante: en esta Venezuela chavista todo es paz, progreso y felicidad gracias al mejor Presidente del mundo.
La Venezuela de todos es otra cosa. Todos vivimos como en La Charneca, en Caracas. Territorio de las bandas los Kilombos y los Enanos, causantes de la muerte de más de 20 personas en enfrentamientos por el control de la distribución de drogas. Pero eso no es nada, comparado con las 48 muertes que ocurren en Caracas todos los fines de semana; las 548 solo en diciembre del 2010 y las 16 mil y pico en un año. Y los 140 homicidios por cada 100.000 habitantes, según el Observatorio Venezolano de la Violencia. Y, el colmo: es la misma Venezuela que también está sumergida en corrupción, inflación, crisis de viviendas y las 10 plagas de Egipto de un socialismo o comunismo, que es lo mismo, del siglo XIX, y que está tratando de resucitar en pleno siglo XXI gracias al presidente que tenemos que, al fin y al cabo, es el presidente más bueno del mundo, para los cubanos, nicaragüenses y, ya no tanto, para los bolivianos, ecuatorianos, argentinos, brasileños y libios. ¿Y los venezolanos? Por fuera, como la guayabera. ¡Que viva el Führer!
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