En Venezuela millones de ciudadanos están afectados severamente por el mensaje oficial
LUIS JOSÉ UZCÁTEGUI | EL UNIVERSAL
jueves 3 de febrero de 2011 12:00 AM
Vivimos en una nación inmensamente rica en emociones perturbadas. Aunque similar a lo que sucede con los índices de inflación, homicidios y mentiras según los entes oficiales los problemas de ansiedad, depresión, crisis, incertidumbre, estrés, bipolaridad, etc., es culpa de la cuarta república, el imperio, el capitalismo y los marcianos.
¡Pero hay algo más grave! Venezuela es número uno en el mundo donde millones de ciudadanos están afectados severamente por la utilización del mensaje oficial para inducir deterioro afectivo, alteración del pensamiento y desorientación social. Es una sociedad de seres alienados, confusos, dependientes, temerosos, desvalorizados, aturdidos, inciertos, insulsos... (Mucho más de lo que la ruleta genética y la cultura produce en toda sociedad.) Al ciudadano le cuesta experimentar simultáneamente afectos e ideas ecuánimes; no logra medir su vida y la del otro con la escala de los matices. Excluye de su conciencia emocional una visión y unas expectativas equilibradas de sí mismo y de los demás.
Existen buenos o malos, amigos o enemigos, no humanos. Dentro de su aturdimiento pisotea un principio elemental de la salud mental: No hay absolutamente nada que dos mentes puedan contemplar de forma simultánea. Sin darse cuenta al pretender que todos piensen igual aborrece y persigue uno de los encantos de la inteligencia, la objetividad para descubrirse a sí mismo en función de entender a los otros.
El miedo le hace cerrar los ojos ante el infortunio y los hechos macabros. Cuando el hombre se siente amenazado se niega a reconocer aspectos dolorosos de su realidad subjetiva. Llega a pensar que la tragedia no tocará la puerta de su casa; a pesar que ya entró con salvajada en la casa del vecino. Evita deliberar sobre el caos que azota al país, y bajo un proceso de regresión a lo más infantil, se protege con fantasías de que todo se resolverá con episodios "mágicos". Es así como miles de humanos convertidos en "borregos" han llegados a la esclavitud y muerte social.
Sobran ejemplos de pueblos que han caído en estos estados psíquicos, y explican los porqués no despiertan a tiempo y actúan. No luchan contra su aturdimiento ni contra los incompetentes, arcaicos y ensimismados causantes del disloque. ¿El pueblo Venezolano? En la inopia. Y tan contento.
¡Pero hay algo más grave! Venezuela es número uno en el mundo donde millones de ciudadanos están afectados severamente por la utilización del mensaje oficial para inducir deterioro afectivo, alteración del pensamiento y desorientación social. Es una sociedad de seres alienados, confusos, dependientes, temerosos, desvalorizados, aturdidos, inciertos, insulsos... (Mucho más de lo que la ruleta genética y la cultura produce en toda sociedad.) Al ciudadano le cuesta experimentar simultáneamente afectos e ideas ecuánimes; no logra medir su vida y la del otro con la escala de los matices. Excluye de su conciencia emocional una visión y unas expectativas equilibradas de sí mismo y de los demás.
Existen buenos o malos, amigos o enemigos, no humanos. Dentro de su aturdimiento pisotea un principio elemental de la salud mental: No hay absolutamente nada que dos mentes puedan contemplar de forma simultánea. Sin darse cuenta al pretender que todos piensen igual aborrece y persigue uno de los encantos de la inteligencia, la objetividad para descubrirse a sí mismo en función de entender a los otros.
El miedo le hace cerrar los ojos ante el infortunio y los hechos macabros. Cuando el hombre se siente amenazado se niega a reconocer aspectos dolorosos de su realidad subjetiva. Llega a pensar que la tragedia no tocará la puerta de su casa; a pesar que ya entró con salvajada en la casa del vecino. Evita deliberar sobre el caos que azota al país, y bajo un proceso de regresión a lo más infantil, se protege con fantasías de que todo se resolverá con episodios "mágicos". Es así como miles de humanos convertidos en "borregos" han llegados a la esclavitud y muerte social.
Sobran ejemplos de pueblos que han caído en estos estados psíquicos, y explican los porqués no despiertan a tiempo y actúan. No luchan contra su aturdimiento ni contra los incompetentes, arcaicos y ensimismados causantes del disloque. ¿El pueblo Venezolano? En la inopia. Y tan contento.
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